04 Feb 2018

Jesús quiere sanarnos de todas las enfermedades

No podemos vivir sin la presencia de Jesús durante las enfermedades

“Al salir de la Sinagoga, Jesús fue a la casa de Simón y Andrés con Santiago y Juan. Y Jesús empezó a visitar las sinagogas de aquella gente, recorriendo toda Galilea. Predicaba y expulsaba a los demonios” (Mc 1, 29-39).

Jesús es el Señor de la vida, por eso, ella necesita ser puesta en la presencia de Jesús. Todo aquello que somos, tenemos y vivimos, necesitan ser puesto en la presencia del Señor.

Nuestra salud, enfermedad y nuestro ser sano, pero también, cuando estamos enfermos, entonces, estamos puestos delante de la presencia de Jesús todas las enfermedades.

No dejes para buscar Jesús cuando estés enfermo. Se entrega para Jesús, para que Él cuide y enseñe a vivir una vida sana, pero, podemos negar que todos nosotros experimentamos la fragilidad de la vida, en cualquier época. Niñas quedan enfermos pequeñas, nuestros ancianos son frágiles, nuestra juventud no esta inmune, y tantas fragilidades de la existencia humana.

Necesitamos orar por los enfermos, pero también, necesitamos entregar nuestras fragilidades a Jesús, y dejar que Él toque en nosotros. Necesitamos del toque, de la gracia y de la presencia de Jesús, para vivir en la salud o en la enfermedad en comunión con Él.

La gran enfermedad de la vida es no tener en nosotros el Señor de la vida. Cuando Jesús esta en nosotros, somos sanados de la gran enfermedad del mal, que nos aleja de la presencia de Dios.

Puede ser que enfrentamos una enfermedad, hasta por un largo período, pero no podemos quedar lejos de la presencia de Dios. Hasta podemos estar sanos, aparentemente bien, nuestra alma esta tan contaminada por el mal que acabamos no viviendo la presencia de Dios en nuestras vidas.

Jesús esta sanando nuestras enfermedades y expulsando los demonios de nuestra vida. Los demonios que nos confunden, que nos alejan de la presencia de Dios, y que nos llevan a volverse para nosotros mismos, para nuestro ego, nuestras voluntades, y acabamos centrando el mundo en nosotros.

El demonio no tiene otra misión a no ser alejarnos de Dios. No piense que el demonio actúa en el mundo solo haciendo las personas malas. La gran maldad de él es la de engañar e iludir; y la mayor ilusión de la vida es creer que podemos vivir sin Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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