“En aquel tiempo, se acercó a Jesús un escriba y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le respondió: El primero es: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor” (Marcos 12, 28b-34).”
La libre expresión
Hermanos y hermanas, el Evangelio de hoy es una gran invitación para que abramos nuestro corazón para la conversión y para vivir la realidad de verdaderos sacrificios solo cuando amamos, Somos verdaderamente libres para hacer verdaderos sacrificios, sin que estos, podemos así decir, sean esencialmente un sacrificio, pero que sea solo la libre expresión de nuestro amor a Dios, Entonces, nosotros hacemos porque amamos, porque amamos mucho. Solo ama quien sabe escuchar la voz de Dios, la Palabra de Dios, por eso que nosotros aquí el primer mandamiento, y antes de todo fue dicho: “escucha, oh Israel”.
Hermanos y hermanas, escuchar es una actitud activa, pero, al mismo tiempo, es una actitud receptiva. Escuchar es acoger algo, algo que cambia alguna cosa en nosotros. Y solo quien es capaz de escuchar verdaderamente, va saber ofrecer este algo recibido. Solo quien es capaz de escuchar verdaderamente va saber ofrecer después, sea el Evangelio, sea la Palabra de Dios escuchada.
Este algo es la acción de Dios. Este algo es la Palabra de Dios que nos interpela y nos mueve a amarlo de vuelta, pero nos impulsa también al amor a nuestros hermanos. Entonces, en el cotidiano, hoy, pidamos esta gracia a Dios, que tengamos la capacidad de escuchar la Palabra, que tengamos la capacidad de dejar que esta palabra nos interpele, nos mueve, entra en nuestro corazón y nos transforma, para que escuchando, siendo receptivos a la palabra, también así podamos anunciar la Palabra a nuestros hermanos y hermanas.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!