01 May 2022

¡Señor, tu sabes que te quiero!

“Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos». Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». El le respondió: «Sí, Señor, saber que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas». Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 15-17).

Ese es el Evangelio que nos toca mucho, porque la expresión del amor de Pedro también es la expresión de nuestro amor por Jesús. Interesante que Jesús hace esta dinámica de repetir tres veces también como un elemento curador del corazón de Pedro.

Mis hermanos y mis hermanas, de tiempos en tiempos, es bueno cuestionar si nosotros estamos viviendo el amor, preguntarnos y también sernos cuestionados por alguien sobre el amor, el amor que nosotros recibimos y el amor que nosotros damos, porque la realidad del amor necesita comprometernos, el amor que nosotros tenemos para con Jesús necesita llevarnos a un comprometimiento.

Nosotros no podemos dejar de asociar la expresión de nuestro amor verbal – cuando decimos “Señor, yo te quiero” – de nuestra vivencia cotidiana.

El amor que nosotros tenemos para con Jesús necesita llevarnos a un comprometimiento

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Yo necesito de un amor, tu necesita de un amor por el cual vivir. Y esta realidad es tan necesaria en nuestra vida, porque, del contrario, perdemos el sentido de vivir. Todos los días, nosotros nos levantamos y necesitamos renovar el amor por nuestra familia, por el trabajo, por la vida, por Dios. Y como dije, la pregunta tríplice de Jesús se presenta en un momento dramático de la vida de Pedro, porque Jesús va, justamente, al encuentro de Pedro – y al encuentro de nuestro corazón – para “pescar” el corazón de Pedro. En un momento dramático, porque los discípulos están deprimidos, tristes, abatidos, están desanimados por toda experiencia que vivieran por la muerte de Jesús, y se encuentran en esta situación.

Por eso, el amor necesitaba prevalecer sobre la traición, de Pedro, sobre la negación de Pedro tres veces. Por eso tres declaraciones de negación y tres declaraciones de amor y de entrega de corazón de Pedro.

Jesús, de nuevo, ha venido, “pescar” el corazón de Pedro, y ha venido pescar mi corazón y el tuyo, para que, de nuevo, nosotros nos comprometamos con Él, para que, de nuevo, nosotros lo busquemos. La palabra final necesita ser: “Jesús, tu sabes todo. Tu sabes que yo te quiero”. Aún, Señor, que haya vivido esta realidad, mismo estando caído, habiendo traicionado, negado Tu presencia, tu sabes todo, tu sabes que yo te quiero.

Que, hoy, esta palabra pueda, realmente, estar presente en nuestros corazones, porque, después de la afirmación del amor de Pedro, más o menos 30 años después, Pedro puede dar la vida por Jesús. Él ya había expresado eso verbalmente: “Jesús, yo doy mi vida por ti”, pero después lo negó. Y 30 años después, Pedro tuvo la experiencia de ser crucificado de cabeza para bajo, y podido vivir lo que él declaro con palabras: “Señor, tu sabes todo, tu sabes que te quiero”.

A veces, es necesario ese tiempo para madurar nuestro amor; y la experiencia de amor es así, siempre necesitamos de tiempo para madurar, porque somos débiles, somos humanos y somos pecadores.

Que el Señor, hoy, pregunte por el amor a mi corazón y al tuyo, para que nosotros respondamos no solo con palabras, pero con la vida, lo mucho que amamos a Él.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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