“Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso, y se reunieron con él. Así instituyó a los Doce (a los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, dándoles poder para echar demonios. Estos son los Doce: Simón, a quien puso por nombre Pedro; y Judas Iscariote, el que después lo traicionó” (Marcos 3,13-16.19).

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Miren, mis hermanos y mis hermanas, estamos delante de un “Evangelio del llamado”: Simón, a quien llamo Pedro; Judas Iscariotes, aquel que después ha traído a Él. El padre quiso leer el comienzo y el final de la lista, para reflexionar sobre estas dos realidades.

La ultima acción de Pedro no fue la negación, pero la ultima acción de Judas fue la traición, eso aquí es importante. Porque Pedro, después de la experiencia de traición, llora desagradablemente y vuelve atrás de tu actitud; Judas salió y se mató.

Es importante observar que todos tuvieran el mismo comienzo. Jesús subió al monte para rezar, llamo aquellos que Él quería; ellos fueron hasta Jesús, después, Jesús designo los Doce para estar con Él, después los envió para predicar la Palabra de Dios. Todos tuvieran el mismo comienzo, es decir, todos tuvieran la misma gracia: la gracia del llamado, la gracia de estar cerca de Jesús, la gracia de participar del numero de Sus elegidos.

Vamos esforzarnos porque la gracia de Dios allí está, a nosotros es la responsabilidad de responder al llamado

Pero el Evangelio es muy claro cuando habla sobre Judas que, después, lo ha traído. Ese “después” es el problema, San Pablo resumió eso diciendo: “¿Ustedes han comenzado en el Espíritu y, ahora, quieren terminar en la carne?”, para decir: ¿“Ustedes comenzaron en la gracia de DIos y quieren terminar en la perdición?”. ¡No! Nuestro Señor quiere que nosotros tengamos conciencia de este comienzo, de esta gracia que nosotros recibimos.

Y todos nosotros fuimos llamados por Dios para estar cerca de Él. Todos nosotros, por gracia batismal, fuimos configurados al Cristo, recibimos un regalo de Dios, participamos de la vida de Dios, pero nosotros no somos llamados a vivir ese después — después de la traición, de la negación de Jesús, de abandonar nuestra fe. No somos llamados para ese después, nuestra vida necesita comenzar y terminar con el Señor, comenzar en la gracia de Dios y terminar en la gracia de Él.

Vamos esforzarnos porque la gracia de Dios allí está, a nosotros es la responsabilidad de corresponder al llamado. Judas recibió la misma gracia que Pedro y los demás apóstoles, fue la diferencia en la correspondencia a la gracia que él había recibido.

Pregunto para ti y para mi corazón: ¿qué estamos haciendo con la gracia que recibimos? ¿Qué hacemos con la experiencia de Dios que hacemos? ¿Qué hacemos con los dones que el señor nos ha concedido, con las maravillas que Él realizo a nuestro favor? Nuestra respuesta necesita ser fidelidad, del comienzo al fin de nuestra existencia. ¡Que el Señor nos conceda esta gracia!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!