01 May 2018

Transformemos el mundo por medio de nuestro trabajo

Somos continuadores de la misión divina con nuestro trabajo, con la creatividad que ponemos a servicio de la humanidad.

“¿No es éste el hijo del carpintero?” (Mateo 13, 55).

Tenemos la gracia de celebrar, en el día de hoy, San José operario. El padre de Jesús era un trabajador. Hoy, recordemos, en el mundo entero, de todos los trabajadores. Cada uno en su misión cumple su tarea, hace de su trabajo don y dádiva para la transformación del mundo.

La Primera Lectura de la Misa de hoy habla, justamente, del Padre Creador de todas las cosas, que trabajó seis días para crear y cuidar de la obra de Su creación y responsabilizó el hombre de cultivar y cuidar de la creación que viene de Sus manos.

Somos continuadores de la misión divina con nuestro trabajo, con la creatividad que ponemos a servicio de la humanidad y de la sociedad. Debemos, por medio de nuestro trabajo, transformar el mundo en que vivimos, transformarlo para mejor, para perfeccionar la creación de Dios, hacer las relaciones humanas más saludable, permitir que todos los avanzos científicos y tecnológicos estén a servicio del bien, de la verdad y del progreso del ser humano.

Todo trabajo, realizado con dignidad, es bendecido y santificado. Por medio de nuestro trabajo, alabamos, bendecimos, damos gracias y ofrecemos a Dios el propio don que Él nos dio. Es muy importante tener eso en nuestro corazón.

Dios bendice nuestro trabajo, Él bendice nuestro esfuerzo humano, nuestra lucha, para perfeccionarnos y buscar, a cada día, el pan para nuestra casa y para nuestra familia. En ninguna hipótesis podemos quedar sin trabajar, porque la ociosidad es enemiga de la verdad, de la caridad, de los dones y talentos que Dios nos ha dado. La falta de trabajo nunca puede ser disculpa para no trabajar, porque la creatividad humana va funcionar cuando ponemos nuestros dones para realizar otros trabajos, aún que no sea de aquella profesión que tenemos, aún que no sea para el especifico en el cual nos especializamos. Es importante saber que no tenemos solo un don; y aún que tengamos solo un don, cuando ponemos a servicio, ellos se multiplican y la capacidad también.

Dios bendiga los trabajadores y ponga, en sus corazones, la disposición de perfeccionar los dones que Él nos ha concedido para el mundo mejor y para que nuestra vida continúe.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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