En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemos: “Ustedes tienen que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere y tú oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Juan 3, 7b-15).

La Guía de Dios

Queridos hermanos y hermanas, hoy es el día de Santa Catalina de Siena, una mística de la Iglesia, una mujer elegida por Dios y que se enmarca en aquello que hemos escuchado del Evangelio de hoy.

El viento sopla donde quiere, es decir, Dios escoge a personas de nuestros tiempos, de diversas generaciones, para manifestar su poder. Es decir, aquel que nace de lo alto es aquel que se deja guiar por el Espíritu Santo.

Santa Catalina de Siena es una gran mística de la Iglesia, cuya vida y testimonio siguen inspirándonos hasta nuestros días. ¿Por qué? Porque es una mujer del Espíritu.

Ella es considerada la mística del amor de Dios, es decir, Santa Catalina fue una mujer profundamente apasionada por Dios.

Solo podemos ser apasionados por Dios si nacemos de lo alto y del Espíritu.

Ella vivía una intensa experiencia mística en la cual se sentía unida al corazón de Jesús de manera única.

Una mujer apasionada, que es considerada la mística del amor de Dios, es decir, porque su corazón estaba unido al corazón de Jesús. Para ella, el amor de Dios era la fuerza que impulsaba su vida, y ella siempre buscaba que todo lo que hacía correspondiera a este amor.

Catalina de Siena decía: «¡Toda nuestra vida es una continua oración de amor!». ¡Miren qué bello es esto! ¿Cómo compuso esto? ¿Cómo tuvo esa inspiración? Porque ella estaba apasionada por Cristo y estaba unida a su corazón. Por eso pudo decir: «¡Toda nuestra vida es una continua oración de amor!», mostrando que su santidad no se limita a momentos de oración, sino que se extiende a todas las acciones diarias; es decir, todas las acciones de Catalina de Siena están impregnadas del amor de Dios.

Por eso, ella decía, no es solamente en la oración que se llega a la santidad, sino en todos los actos de amor que ofrecemos a nuestro Señor. Por eso queremos pedirle a ella que seamos también místicos del amor de Dios, apasionados por Dios, y que Él nos ayude de acuerdo a aquello que el Evangelio nos pide: nacer de lo alto para ser guiados por el Espíritu, así como lo fue Santa Catalina de Siena.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!