28 Jul 2020

Perdemos el Reino de los Cielos cuando practicamos el mal

“El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal” (Mt 13, 41).

Cuando piden para Jesús explicar la parábola del joyo y del trigo, Él va explicando detalle por detalle, incluso diciendo que Él, el Hijo del hombre, es Aquel que siembra la buena semilla. Después, Jesús mismo dijo que el campo es el mundo, la buena semilla son los que pertenecen al Reino , y el joyo son los que pertenecen al maligno, porque el enemigo vino y sembró. Después, Él explica como va ser en el fin de los tiempos, cuando, por fin, van ser separadas el agua, y el joyo del trigo.

Hay una cosa que es necesario, mas que nunca, prestar atención: ¿qué convierte una persona joyo en la vida? Primero, cuando ella hace los demás pecaren, porque ella no se alegra solo en pecar, pero ella también lleva el otro a pecar, cuando nuestro comportamiento es escandaloso, cuando lo que hacemos o decimos provoca mal en el corazón del otro y despierta para hacer lo que es mal. Cuando, simplemente, en la vida, nos convierte causa de pecado, y lo convertimos una cosa común.

Hay aquellos que hablan palabrotas, enseñan y provocan los demás para decir, incluso en el sentido consciente de la palabra. Estoy hablando de una cosa que puede parecer pequeña, pero hay muchas otras cosas que nos llevan a sernos ocasión de pecado en la vida en del otro.

Estamos perdiendo el reino de los Cielos, porque no solos pecamos, llevamos los demás a pecar

Si tu tienes algo en la vida que no consigues vivir por convicción personal, por desanimo, por cobardía, o falta de dedicación, no convierte ese mal algo mayor. Si tu no hace, se convierte para hacer, pero no convenza los demás a hacer como tu haces.

El mal es siempre mal, el error es siempre equivocado, y no puede ser practicado no enseñado para los demás. Entonces, prestemos atención a hacer como tu haces.

El mal es siempre mal, el error es siempre equivocado, y no puede ser practicado ni enseñado para los demás. Entonces, prestemos atención en lo que hablamos y enseñamos los demás decir.

Si tu eres una persona agresiva no lleves los demás a ser; si tu eres una persona que juzga, no lleve otros a hacer lo mismo que tu; si la forma de vestirse causa pecado en los demás, mira tu forma de vestirse. Si te gusta de conversas que son picante o de conversas agresivas, mire, no te quedes creando grupos ni sembrando en los grupos de los cuales tu haces parte ese tipo de cosa.

Si tu tienes problema mal resuelto con los demás, resuelva tu problema, pero no los lleve a querer de tal persona porque no te gusta. Si tu hablas mal de aquella persona, corrijas tu forma de hablar mal, pero no quieras que todo el mundo este hablando mal. Incluso en la área de los sentimientos, si te odias, si tienes rencor. El rencor, el odio y el resentimientos son problemas tuyo, no es para ti si tu odias, si tienes rencor.. El rencor, el odio y el resentimiento son problemas tuyo, no es para despajar, porque tu quieres todo el mundo contigo, teniendo odio, resentimiento y rencor. Por eso, estamos perdiendo el Reino de los Cielos, porque no solo pecamos, pero llevamos los demás a pecar, practicamos el mal y queremos que los demás practiquen también.

No piense que la maldad es practicada solo por aquellos que cometen grandes maldad, asesinatos y crimen. ¡Cuantas maldad están ocurriendo en nuestro medio, que están se multiplicando, despajándose! Eso no es el Reino de los Cielos. Eso son tinieblas en medio de Dios, en el Reino del Dios, son joyos que dejamos crecer, y no vamos nos convirtiendo o siendo convertidos por la Palabra de Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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