06 Mar 2022

Llena tu corazón del Espíritu de Cristo

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan». Y le dijo: «Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero». Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo»” (Lc 4, 4,1-3.6.9)

Ese es un resumen del Evangelio del primer domingo de la Cuaresma, donde reflexionamos sobre las tentaciones de Jesús que también son nuestro camino espiritual. ¿Por que? La Cuaresma es una escuela para los cristianos, así que enfrentamos el mal que se presenta como un ladrón de nuestra libertad.

Miren, el diablo tentó a Jesús para que le fuera sacado la libertad del Hijo de Dios. Entonces, en esos cuarenta días nos inscribimos en esa escuela espiritual y aprendemos con Jesús a enfrentar ese mal que viene a nuestra puerta, inviste contra nosotros y también nos quiere esclavos, sin la libertad de los hijos de Dios.

En esa escuela de Cuaresma, la prueba final es aprender a decir “no”; el “no” certero en los momentos de prueba, porque Jesús supo decir ese “no”. Ahora, hay un detalle que no podemos olvidar: la Palabra dice que Jesús estaba lleno del Espíritu Santo. Por esa realidad, con el Espíritu, enfrentamos cualquiera y damos un buen testimonio del Cristo.

Es necesario sacarse el espíritu del mundo e llenarse del Espíritu de Cristo para una buena vivencia de la Cuaresma

No puede existir aquella idea de servir a dos señores. Tenemos que decir nuestro “sí” en su totalidad y en su plenitud a Dios y nuestro “no” también en su totalidad y plenitud al maligno.

En ese tiempo de la Cuaresma, la Iglesia propone tres prácticas espirituales: la oración, el ayuno y la limosna. Ellas son, en la verdad, combatientes contra las tentaciones del mal. En la oración: aprendemos quién es Dios. Entonces, es posible comprender: “No tentarás al Señor, tu Dios”, porque sabemos quién Él es. Él es nuestro Padre.

Después el ayuno; es necesario que encontremos el gusto de nuestra alma, porque “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 3-4). Por fín, la limosna; ella nos deja libres del espíritu de posesión, del espíritu de agarrarnos a las cosas materiales y nos recuerda que debemos adorar solamente a Dios, nuestro único Señor. Él que necesita ser el Señor de nuestros corazones.

Eso es un camino para la cuaresma, una escuela espiritual que comenzamos con fe, confianza y sobre todo llenos del Espíritu Santo para que venzamos todas las tentaciones.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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