08 Jun 2020

Bienaventurado y feliz es el corazón puro

“Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 5, 3)

Jesús, viendo las multitudes, subió a una alta montaña para mostrar a Sus disicpulos quien son de verdad los felices, los bienaventurados o a quien pertenece, de hecho, el Reino de los Cielos.

La felicidad es estar en el Reino de los Cielos. No es quien tiene el oro o la plata, no es quien tiene toda inteligencia y capacidad, no es quien manda o gana discusiones, no es quien se sobresale sobre los demás, no es quien ejerce la tiranía en el mundo, no es quien vive de los títulos, valores y placeres de este mundo.

Jesús esta nos enseñando que los valores del Reino son los demás, diferente de muchos valores que aprendemos. El primer de ellos es la pobreza: “Felices los pobres”… la pobreza del desprendimiento, de quien no se apega y no se caracteriza por los bienes que tiene, pero por la espiritualidad y por los valores eternos.

Bienaventurado y feliz es el corazón puro, que no es movido por las maldades del mundo

¡Otro valor sublime es de quien sabe vivir la aflicción, y son muchas las aficiones de la vida! Creemos que vivir la aflicción es condenación o castigo de Dios, pero es el contrario. Quien vive la aflicción en Dios es consolado por Él; quien vive la aflicción, pero pone en Dios su corazón, sabe que es el propio Dios que cuida de la aflicción del corazón humano.

Bienaventurado quien vive la mansedumbre, no vive la agresión, no vive para agredir los demás, ni a sí ni a Dios, pero sabe ser manso. El corazón manso es aquel que escucha, es aquel que busca la profundidad de las cosas y no la superficialidad de las agresiones humanas. Es más bienaventurado aquel que tiene sed y hambre de justicia, que reconoce que vive en un mundo muy injusto, cruel y no es humano, y no es un seguidor ni promotor de las injusticias, por el contrario, tiene sed y hambre de ser justo, de promover la justicia y hacerla ocurrir.

Feliz es aquel que tiene el corazón tomado por la misericordia, jamás por el rencor, por la discordia, por el resentimiento y por la tristeza. El corazón misericordioso es aquel que baja a la profundidad del alma humana no para condenar y juzgar, pero para coger, amar, y por encima de todo, cuidar.

Bienaventurado y feliz es el corazón puro, que no es movido por las maldades del mundo, es un corazón que no se deja llevar por el sentido hedonista ni por las visiones distorsionadas de personas y de la realidad humana, pero sabe ser puro como Dios es puro, y por eso encuentra en las personas y no en la maldad del proprio corazón.

Feliz es aquel que promueve la paz, no aquel que promueve la discordia, las guerras, las peleas ni las competiciones y agresiones, pero aquel que, en todo, no busca tener razón, pero la única razón de ser es promover y hacer ocurrir, por eso van ser también perseguidos por causa de la justicia.

Siéntate feliz cuando todo tipo de cosa, incluso malas, ocurrir. Alegrémonos y regocijemos, porque nuestro nombre esta en el Cielo, porque vivemos las bienaventuranzas o el sentido de la eternidad.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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