“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en el trono de gloria, que es suyo. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual que el pastor separa las ovejas de los cabritos. y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.» Entonces los justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? El Rey responderá: «En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.»” (Mateus 25,31-40).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

En el final de los tiempos, todos nosotros seremos juzgados por el supremos Juez. El Juez cuando viene, en Su gloria, juzgara a todos sin distinción; nadie quedará de fuera, nadie va ser libre de prestar cuentas de sus acciones — sean ricos, pobres, los pueblos de todas las naciones — , todos van prestar cuentas de las actitudes.

En el final de los tiempos, lo que nos distinguirá, es decir, lo que nos convertira reconocidos ante el supremos Juez, va ser el amor que hemos practicado. vamos ser reconocidos como benditos de Dios Padre, por el amor que hemos practicado unos para con los demás.

Ningún bien realizado para con el prójimo, por amor, quedará sin la recompensa

El amor que se traduce en la búsqueda de la santidad, en el ejercicio de las obras de caridad, las obras de misericordia. Felices los misericordiosos, porque logran misericordia. Vamos ser reconocidos, mis hermanos, por la bondad que hemos practicado.

Nuestro pasaporte en la búsqueda para el Cielo se llama amor y sin ese pasaporte de nada sirve insistir, pues no entraremos en el Reino de Dios. El amor, concretamente vivenciado, nos convierte justos ante de Dios, justos y dignos de esta herencia eterna.

“¡Ven benditos de mi Padre! ¡Recibe como herencia el Reino que mi Padre ha preparado desde la creación del mundo!” Por eso, mis hermanos, solo aquellos que supieron reconocer a Dios en los más necesitados, van ser reconocidos por Él en el día del juicio.

“¡Todas las veces que hicistes eso a uno de los menores de mis hermanos, fue a mí que lo hicistes!” Ningún bien realizado para con el prójimo, por amor, quedará sin la recompensa. Por eso, no dejemos para el ultimo momento, hagamos el bien hoy, amemos nuestros hermanos hoy, ahora. ¡Porque, en el fin de todo, vamos ser reconocidos por el amor!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!