“Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha. Entonces diré a los segadores: Corten primero la cizaña, hagan fardos y arrójenlos al fuego. Después cosechen el trigo y guárdenlo en mis bodegas.»” (Mateo 13,30).

Esta parábola que es super conocida, del joyo y del trigo, habla de nosotros, mis hermanos. Nosotros tenemos un poco de joyo y un poco de trigo, siempre dentro de nosotros.

El buen trigo (el trigo) donde se produce el pan, donde se produce el alimento; y el joyo, el joyo no produce nada. ¡Los dos son parecidos, muy parecidos! ¿Cuando que se observa que es trigo o que es joyo? El trigo cae con el tiempo, porque él tiene fruto, él se echa; ya el joyo, él no tiene nada, él no tiene fruto, entonces él no cae, él queda de pie, altivo.

Nuestro Señor, aquí, dio, conto esta parábola y allí hubo ese dialogo: “¿Quiere que arranquemos luego? Porque tiene el joyo allá”. “¡No! ¡Calma! Con el tiempo. Ten paciencia”.

Porque podería ser, de hecho, que, al arrancar el joyo, arrancaría también el trigo. Por eso el Señor dijo al dueño de aquella cosecha allí: “¡Espera! Cuando crecer, allí sí se va verificar lo que es joyo y lo que es trigo”.

El trigo cae con el tiempo porque él tiene fruto; ya el joyo, él no tiene nada, él no tiene fruto

El Señor pedia paciencia. Hoy, nosotros estamos en un mundo que no quiere tener paciencia, que quiere las cosas rápidas. Nosotros queremos las cosas muy rápidas. Basta llamar para pedir una comida, basta pasar en el Drive-Thru para comprar una comida, una merienda.

Nosotros estamos en un mundo que corre, que quiere muchas cosas de forma inmediata, pero el inmediatismo no ocurre en el reino, mi gente. Para madurar no da para ser imediato. Si con los frutos de la Tierra es así, imagina nuestro camino espiritual. Es necesario dar tiempo al tiempo. ¡Ten calma!

Santo Agostinho, al comentar esta parábola, enseñaba que lo que parecía ser malo, puede ser bueno, y lo que es bueno, también puede ser malo. ¡Por eso, calma! Da tiempo al tiempo.

Porque nosotros tenemos, desgraciadamente, nuestro ser justiciero, nosotros tenemos la tendencia de luego decir que es malo. ¡No! Nuestro Señor nos pide: “¡Calma! Deja crecer, sigue a sembrar la Palabra, sigue a dar un buen testimonio. Puede ser que la persona no sea joyo no, la persona sea trigo, pero es necesario dar tiempo al tiempo”.

Que el Señor nos de la gracia de la paciencia con nosotros mismos, para que nosotros podamos crecer y madurar. Y que nosotros también tengamos paciencia con el proceso del otro. Tomara Dios que no sea joyo, que aquella persona sea trigo. Y si es trigo, es bueno y puede dar un buen alimento.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!