“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14, 25-33).
Mirar para la eternidad
¡Hermanos y hermanas, que alegría! Hoy es domingo, día del Señor. Entonces, promueva momento con tu familia para participar de la Santa Misa, para participar de la Eucaristia de acuerdo con tu realidad. Talvez tu no tienes Misa en el día a día, Misa todos los domingos, pero tienes la celebración de la Palabra. Entonces, haga lo que sea posible para vivir este día celebrativo, este que es un día solemne, día del Señor.
En este día, nosotros escuchamos esta palabra sobre el seguimiento de Jesús: “Quien no lleva su cruz y no camina atrás de mí, no puede ser mi discípulo”.
Criterios para el seguimiento
Primeramente, seguir los pasos de Jesús. Pero, dentro de ese criterio, nosotros encontramos también esta realidad que todos nosotros vivimos, que es, por metáfora, la realidad de la cruz.
Cristo llevó la cruz de una forma literal mismo, con peso sobre él. Pero nosotros tenemos dificultades que también llamamos de cruces. As veces, una cruz muy grande, muy pesada; otras veces, ni tan pesada así, pero, para aquel que la lleva, es un peso.
Eso hace parte del seguimiento, sin embargo, no fuimos llamados a permanecer para siempre en este mundo con su peso y tiempo propios. Nosotros somos llamados para las realidades eternas, es decir, todos somos vocacionados a la resurrección y tenemos el Cristo como referencia. También a la Virgen María, que fue hacia el cielo. También nosotros tenemos esta invitación en el día de hoy.
Esté con el corazón abierto para las realidades
Abramos nuestro corazón para las realidades eternas que pasan por el seguimiento de Jesús en este mundo y pasan también por experiencias de cruz.
En la experiencia que tu estás viviendo en el día de hoy – sea de cruz en tu familia, alguna enfermedad, tu que escuchas esta homilía en un lecho de hospital, sea tu enfermo o acompañante, si alguien que esta sufriendo, que la Palabra de Dios sea alimento para tu vida.
Nosotros debemos seguir nuestro Señor. La vida de Él paso por sufrimiento, pero no termino en Él; también nuestra vida no terminara en el vació, no terminara en la cruz, no terminara en el sufrimiento. Somos vocacionados a la resurrección.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!