05 Dec 2019

La verdadera religión nos convierte todos los días

“No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo” (Mt 7, 21)

Gracias a Dios, nuestra fe nos lleva a invocarnos e Señor, a aclamarnos y ararnos por el nombre de Él. Gracias a Dios, la fe hace de nosotros personas que rezan; y si no hizo aún, necesitamos dejar que la fe nos molde para sernos personas de oración, personas que clamen por el nombre del Señor.

Es necesario decir que, muchas veces, nuestra religión hace mucho ruido y poca acción, porque no da frutos. Más que eso, es estéril la oración que no produce acción; es estéril la oración que levanta los brazos para el Cielo, que clama a Dios, habla cosas bonitas e incluso llora en la presencia del Señor, pero no produce transformación. No basta aclamarnos por el nombre de Jesús, no basta salir hablando de Él en las redes sociales tampoco en las plazas publicas. Necesitamos hacer la voluntad del Padre, pero, ni siempre, la voluntad de Él es nuestra voluntad.

¡Somos llenos de voluntad! Muchas veces, manipulamos Dios para que Él haga nuestra voluntad. Es eso que el orgullo produce en nosotros, es eso que el egoísmo y el individualismo hace en la espiritualidad vacía, cuando utilizamos de la religión en provecho propio y manipulamos la religión para nuestros intereses.

Religión es sumisión y oblación. La religión de Jesús no es aquella que habla, pero es aquella que dobla el corazón. La religión de Jesús no es aquella que habla de amor, pero produce amor; la religión de Jesús no es aquella que habla de perdón, pero ella vive el perdón buscado con toda la intensidad del alma y del corazón.

La religión es aquella que nos convierte todos los días, es aquella que provoca la reconciliación de los hombres

Hay muchas personas hablando de Dios aquí y allá, en todo lugar, pero necesitamos revernos en este tiempo de gracia que tiene poca gente viviendo, de hecho, Dios. Miremos como están nuestros ambientes familiares, nuestras comunidades, nuestra iglesia, nuestra vivencia de unos para con los otros.

Nosotros nos elevamos mucho y nos rebajamos poco. Hablamos mucho y escuchamos poco, mandamos muchos y obedecemos poco, especialmente, a Dios. La religión es aquella que nos convierte todos los días, es aquella que provoca la reconciliación de los hombres entre sí, y no aquella que provoca discordias, divisiones, guerras y conflictos.

El mundo esta escandalizado de ver como las personas pelean por causa de religión y como la religión las lleva hasta pelear por causa de Jesús, cuando, en realidad, la religión debe convertirnos a Él, llevarnos a amarlo y respetar en la persona del prójimo, del hermano y de aquel que están a nuestro lado.

Que podamos vivir la religión de la acción, y no simplemente de quedar hablando.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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