La dificultad en aceptar el triunfo de la cruz
“En aquel tiempo, todos estaban admirados de todas las cosas que Jesús hacía. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Poned bien en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres.” Pero ellos no comprendían lo que decía” (Lucas 9,43b-45a)
La incomprensión ante la Pasión
Hermanos y hermanas, hoy celebramos la memoria de San Vicente de Paúl, presbítero. Pedimos su intercesión para la comprensión de la Palabra en esta homilía, pero también recordemos aquí su cuidado por los pobres. También nosotros somos invitados al cuidado de aquellos que están más cerca, de aquellos que más necesitan de nuestra atención y de nuestra iniciativa caritativa también.
Nuestra sed de triunfo
La incomprensión de los discípulos ante el anuncio de la entrega del Hijo del Hombre nos muestra que estaban admirados con las señales y los milagros. Sin embargo, no podían aceptar que el Mesías sufriría y sería traicionado. Somos resistentes cuando no estamos ante revelaciones triunfales; nosotros queremos triunfo, nadie quiere un maestro que anuncia sufrimiento y muerte. Esto era muy difícil para los discípulos.
La liberación por la verdad del Evangelio
Ellos veían los prodigios que Jesús realizaba, pero, al mismo tiempo, veían que Jesús no se presentaba como un gran influencer, capaz de cambiarlo todo, que se presenta orgullosamente y tiene la última palabra sobre todo. No vemos a Jesús de esta forma en los Evangelios, pues eso no es evangélico. Somos invitados a la confianza en la providencia divina, incluso cuando el sentido pleno de la misión de Jesús permanece oculto.
Jesús no quiere triunfo, Él quiere la verdad del Evangelio que libera. Seamos liberados, en este día, por la presencia de Jesús, por Su palabra que nos moldea, nos hace simples y grandes amantes del Reino de Dios, como lo fue San Vicente de Paúl.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!