23 Jul 2019

La sumisión a la voluntad del Padre es fundamental

“E indicando con la mano a sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos” (Mt 12, 49).

Jesús formo una escuela de vida, a la escuela de la salvación, en la escuela en el cual el Señor nos enseña el camino que perdemos por causa del pecado. En realidad, el Señor nos guía por el camino de la vida. Y para hacernos parte de la escuela de Jesús, lo que vale no es el título, no es el grado de parentesco que tenemos, no es la función que ocupamos en la iglesia, no es el cargo ni la importancia que los demás nos dan.

Lo que es fundamental y esencial en la escuela de Jesús es la sumisión a la voluntad del Padre, es dejarnos que Él guíe nuestra voluntad, porque quedo mal inclinada, mal guiada y nos inclinamos, muchas veces, para el mal.

Entonces, podemos tener el título de cristianos, podemos ser parientes del Señor, amigos de Jesús, pero si no hacemos la voluntad del Padre, sino disciplinamos a la voluntad de Él, no trabajaremos nuestra voluntad, no inclinaremos lo que tenemos dentro de nosotros para que el Reino de Dios ocurra; no somos, de hecho, discípulos de Jesús.

Lo que es fundamental y esencial en la escuela de Jesús es la sumisión a la voluntad del Padre

Para Jesús, el más importante no es el grado de parentesco lo que hacemos ni la ocupación que tenemos en la casa de Dios. Por supuesto que el trabajo que realizamos, en la casa de Dios, es una forma de entrenar, de disciplinar, contribuir y colaborar, pero ocurre que, muchas veces, trabajamos para Dios, pero no hacemos la voluntad de Él.

Recibimos títulos de cristianos católicos, de la pastoral, del movimiento, de la comunidad, de la alguna parroquia, pero no hacemos la voluntad del Padre. Por eso, en la escuela de Jesús, es necesario que reflexionamos a cada día, que hagamos un examen de consciencia seria, profunda y verdadero sobre nuestras opciones de vida, sobre nuestras actitudes y sobre como estamos guiando nuestra voluntad; más aún , como estamos dejando Dios guiando nuestro querer y nuestro realizar.

Necesitamos ser entrenados, todos los días, en la escuela de Jesús. Necesitamos entrenar, especialmente, nuestra voluntad. Y, muchas veces, necesitamos contrariar nuestra voluntad, porque ella es llena de querer propio, cultivada por el odio, por nuestro orgullo y por la soberbia que hay en nosotros.

Esta voluntad se inclina para el mal y para el pecado; hacemos el mal, pero después nos disculpamos: “Yo rezo el rosario. Yo comulgo todos los días”. ¿Y entonces? ¿Nosotros hacemos la voluntad del Padre? Porque es eso que nos caracteriza y nos pone, en realidad, como discípulos en la escuela de Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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