¡Qué bueno encontrarte escuchando la Palabra de Dios, reflexionando la Palabra de Dios y queriendo ser un hombre y una mujer de la Palabra de Dios! Hoy vamos a reflexionar el Evangelio de Mateo, 11, 28-30, donde el Señor nos dice lo siguiente:
“«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera»” (Mateo 11, 28-30).
Invitación de amor
Jesús no nos habla con imposición. Él no nos exige que hagamos Su voluntad, nos deja libres; por eso, el Señor nos trata con ternura, con suavidad.
Por eso el Señor nos dice: «vosotros que estáis cansados y agobiados […], yo os aliviaré». Es decir, el Señor no habla con imposición ni exige con severidad, sino que nos invita, mostrándonos que es un Dios cercano, que conoce nuestras luchas, nuestros dolores y nuestro cansancio. ¿Por qué conoce Dios el corazón del ser humano? Porque es un Dios cercano.
Y hoy, en la memoria de San Ignacio de Azevedo y sus compañeros mártires, entendemos que el Señor les concedió a estos hombres la gracia del martirio porque fueron hombres cuyo corazón fue tocado por la ternura, la bondad y la compasión del Señor.
¡Cuántas personas pasan por preocupaciones familiares, dolores emocionales, inseguridades y crisis existenciales! Jesús nos mira con compasión y dice: «Yo os aliviaré». Guarda esta palabra: yo os aliviaré.
Pero Él no nos ofrece un descanso superficial. Cuando dice que nos aliviará, no está diciendo que no tendremos problemas, sino una paz interior para que, en medio de las dificultades, podamos enfrentarlas con suavidad. El descanso que Jesús nos ofrece es un descanso en Su corazón manso y humilde, Su propio corazón. Así, podemos aprender de Jesús la lógica del amor, la simplicidad y la confianza en Dios.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
¡Que el Señor nos bendiga por la intercesión de San Ignacio de Azevedo y sus compañeros mártires
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!