“Juan declaró: ‘Yo soy la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor’ – conforme dijo el profeta Isaías” (Juan 1,19-28).
Hoy, conmemoramos la memoria de dos santos importantes en la vida de la Iglesia: Basilio y Gregorio, que comprendieron aquello que Juan Bautista vino a hacer: preparar el camino del Señor.
Reflejar a Cristo
San Basilio y San Gregorio son ejemplos de cristianos. ¿Pero por qué son ejemplos? Porque pudieron ver, en su vida y en su historia, el deseo de la salvación de Dios que penetra sus vidas y trae al corazón el deseo de reflejar el Evangelio. Son verdaderos luminares de la fidelidad, de la belleza y del ideal del verdadero cristiano. Reflejar a Cristo, ser luz, ser sal en la vida de tantas personas. Y ambos nos revelan cómo y qué debe significar convertirse en discípulos de Jesús.
Miren, hermano y hermana mía, lo que escribe San Gregorio: una sola tarea y un solo objetivo había para ambos, tanto para Gregorio como para Basilio, aspirar a la virtud, vivir para las esperanzas futuras y comportarse como tal.
Actitud de docilidad a los mandamientos divinos
Hermano, hermana mía, San Gregorio y San Basilio deben enseñarnos justamente esta realidad. Ambos desearon comportarse como verdaderos cristianos. Ellos tuvieron esa realidad que hoy escuchamos en el Evangelio: preparar el camino del Señor.
¿Y cómo se prepara el camino del Señor? Con una vida virtuosa, con una vida de coherencia, abrazando, verdaderamente, el llamado que Dios nos hace. Y esto lo hicieron de forma muy contundente.
La vida cristiana es un compromiso con Dios
Y ellos, de hecho, vivieron esta realidad, fueron hombres de coherencia, fueron hombres de actitudes y también de oración.
Por eso reflejaron la Palabra de Dios. En el Evangelio, preparar el camino del Señor y allanar Su camino es, justamente, tener esta realidad de coherencia, compromiso y actitud de verdadero cristiano: conformarnos a la voluntad de Dios.
Que el Señor nos dé esta gracia, y que podamos también reflejarnos en estos santos de hoy para vivir y reflejar el Evangelio de Cristo a todas las criaturas.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!