En el Evangelio de Mateo 12, 38-42, vamos a escuchar del Señor lo siguiente: “«No se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás»”.
Espectáculo celestial
En el Evangelio de hoy, vemos a un grupo de escribas y fariseos acercarse a Jesús pidiendo una señal. ¿Cuántos de nosotros pedimos señales a Dios? Pero ellos no piden una señal simplemente por un milagro o por fe. Quieren una prueba de que Jesús es Dios, de que Él es el Mesías esperado. Quieren algo espectacular, como si dijeran: “Si de verdad eres quien dices ser, pruébalo con un espectáculo celestial”. Eso es lo que querían decirle a Jesús.
Estaban tentando a Jesús, pero Él, conociendo sus corazones endurecidos —ese es el punto principal de quien pide señales—, corazones cerrados, responde con firmeza a los fariseos y escribas: “Una generación mala y adúltera pide una señal, ¡pero no se le dará más señal que la del profeta Jonás!”.
¿Qué es esa señal? Muestra que Jonás pasó tres días en el vientre del gran pez antes de ser arrojado a tierra. ¿Qué significa? Significa el símbolo de la muerte y resurrección de Jesús, es decir, esa señal definitiva: la cruz y la resurrección.
¿Cuál es la mayor señal de Jesús para nosotros? La cruz y la resurrección. Es la señal del amor de Dios que se entrega por nosotros hasta el fin.
No puedes querer otra señal, mi hermano, mi hermana, que no sea la señal de la cruz y la resurrección. ¡Y cuántas veces caemos en la tentación de no creer que Jesús pasó por la muerte y resucitó! Si tenemos un corazón endurecido como el de los fariseos, viviremos solamente de señales.
Dios no quiere que vivas de señales. Dios quiere que vivas de la fe, confiando en Su gracia. La cruz de Cristo es el amor incondicional de Dios, Su fidelidad hasta la muerte y Su victoria sobre el pecado.
Esto es lo que necesitamos vivir: una fe madura, pues una fe que exige pruebas es una fe que no confía.
Que el Señor nos bendiga y nos dé la gracia de vivir la madurez de la fe, entregando nuestra vida y nuestro corazón al Señor.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!