“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mateo 17, 10-13).
Gurús espectaculares, extraordinarios e incuestionables
Hermanos y hermanas, estamos en el contexto del Adviento, a la espera del Señor que viene; y el texto nos presenta esta realidad del profeta Elías. Era la creencia colectiva de que el Mesías sería precedido del retorno del profeta Elías – se creía así.
Y los discípulos de Jesús quieren saber si eso que los escribas están afirmando era, de hecho, verdad.
Jesús abre los ojos de ellos y también los nuestros para que no caigamos en el error de quedarnos esperando señales espectaculares, extraordinarias e incuestionables para acoger la Buena Nueva del Reino.
Cuántos cristianos, hoy, andan corriendo detrás de supuestos profetas que les den “la palabra”, esa palabra reveladora que les va apuntar el iluminado camino a seguir. En el tiempo de Jesús, no fue diferente.
Es más fácil esperar la decisión venida de un ser iluminado que comprometerse con nuestras propias elecciones.
Un día, leí un anuncio muy interesante, muy gracioso. Era un libro titulado así: “10 pasos para dar el primer paso”. ¡Imaginen… ¿A dónde vamos a parar?!
Elías ya vino, dijo Jesús, pero no lo reconocieron. Hicieron con él todo lo que quisieron, y así harán con el hijo del hombre.
Jesús tuvo que tomar la firme decisión de ir a Jerusalén. Jesús tuvo que dar pasos, pasos importantes, pasos comprometedores. Jesús no tuvo miedo de comprometer su vida, porque sabía que, en Jerusalén, sería muerto y resucitaría.
Por eso, toma tú tu decisión y deja de transformar a los profetas de Dios en “gurús”, que deben, con cuentagotas, darte respuestas que tú deberías encontrar en tu intimidad con Dios.
Dios habla con nosotros. Dios habla en los hechos.
Basta buscarlo en la intimidad y Él iluminará nuestra mente, nuestro corazón. Para que tomemos las decisiones correctas, Jesús ya vino, el Espíritu Santo ya fue derramado.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
