“Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres” (Lc 9, 44).
La verdad es que muchas veces no comprendemos lo que Jesús nos habla, porque nosotros solos queremos comprender lo que nos agrada y es dulce a nuestros oídos. Es difícil comprender la corrección, es difícil comprender cuando nos llama atención, es difícil comprender cuando, especialmente, cosas negativas están siendo anunciadas.
Es Jesús que esta diciendo en alto: “El Hijo del Hombre va ser entregue en las manos de los hombres”. Muchos decían: “El señor no es Dios, no es el Cristo, no es el Mesías. El Señor va ser entregue en las manos de los hombres”.
Todo lo que no queremos es pasar por contradicciones, es pasarnos por las vías negativas de este mundo.
Ser humilde no es ser bobo, no es aceptar todo que viene de los demás y sernos humillados y maltratados
Para comprender bien, necesitamos ser purificados y renovados. Y es por medio de la escuela del sufrimiento, del rechazo y de las cosas negativas que aprendemos a convertirnos personas de bien. Porque por otro medio si crecemos en las vanidades, si crecemos en las cosas de este mundo, nos convertirnos personas orgullosas, soberbias, vanidosas cuando lo que nos salva es la humildad.
Jesús, el siervo sufridor, es el señor de la humildad. Por supuesto que ser humilde no es ser tonto, no es aceptar todo que viene de los demás y sernos humillados y maltratados.
Ser humilde es no ponerse por encima de los demás. Ser humilde es no humillar los demás. Ser humilde es muchas veces sujetar las humillaciones del mundo, pero saber que Dios esta con nosotros en todo lo que vivimos, pasamos o sufrimos.
Jesús esta anunciando lo que se pasa con Él. El misterio de la cruz, el misterio pascual no es comprendido y tampoco acepto por sus discípulos en el primero momento, pero por nosotros que somos los discípulos de hoy, cuando necesitamos saber vivir el momento pascual en nuestra vida.
No es solo celebrar el Cristo en el pasado, porque el Cristo en el presente sigue siendo rechazado, despreciado y no siendo amado. Para ser discípulo de Jesús es necesario comprender las incomprensiones humanas y no sumergimos en las incomprensiones, pero sumergimos en la cruz, en el amor y en la sujeción de Cristo a la voluntad del Padre.
¡Dios te bendiga!