31 May 2021

Seamos presencia amorosa en la vida de los hermanos

“¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lc 1, 42-43).

La alegría de Isabel en recibir la visita de Nuestra Señora debe ser la alegría de nuestro corazón por sernos también visitados por María. Aquí no es ninguna visita de cortesía (por supuesto que una visita de cortesía es siempre bienvenida, es una presencia), aquí es una visita de cuidado y amor.

¿Lo que María fue hacer en la casa de Isabel? Primero, ella era la portadora de Dios, porque María estaba embarazada de Jesús, ella fue llevar la gracia que estaba en ella para su parienta Isabel. Entonces, todas las veces que vamos visitar alguien, necesitamos llevar la presencia de Dios en la vida de aquella persona.

Segundo, María fue cuidar y amar su prima Isabel que estaba embarazada. Y no es porque María estaba embarazada, porque una gestación no es enfermedad, por el contrario, es gracia. Con esta gracia ella va cuidar, va ser presencia amorosa. Ella subió regiones montañosas y fue al encuentro.

Muchas vidas van ser revigoradas si nosotros, con discernimientos, sepamos ser presencia amorosa en la vida de los hermanos

Quien quiere ir al encuentro del otro se esfuerza. Sé que estamos en época de pandemia, son tiempos difíciles que vivimos, pero no podemos dejar de ser presencia. Aún más que vivimos en un momento de revolución tecnológica y digital, si no podemos ser una presencia física y real, después vamos querer volver, porque necesitaremos resignificar la importancia de sernos presencia en la vida del otro. Use los medios y recursos que tu tienes, use todo lo que tienes, pero sea presente en la vida del otro.

En este tiempo, no somo llamados a aislarnos, somos llamados a vivir el distanciamiento social, alejarnos socialmente, no quedando lejos presencialmente de la vida del otro. Hagámonos presente y llevemos la gracia de Dios.

No permita que nadie muera en el aislamiento, cerrado en su mundo. Una llamada por teléfono, un mensaje, un contacto, cualquier forma que la sabiduría de Dios nos da, pero hagámonos presentes en la vida del otro, porque Dios se hace presente en nuestra vida.

María, la portadora de la gracia, tan sublime en la vivencia de la caridad y del amor, supo ser presencia del Señor en la vida de Isabel. Ella también viene visitarnos, viene a nuestro encuentro, viene despertarnos para el amor, viene enseñarnos a amar nuestro Señor en el otro.

Visitemos unos a los otros, seamos presencia amorosa en la vida del otro. No nos cerremos en nuestro mundo, no vivamos aislados, pero abrámonos para ir al encuentro del otro. Muchas vidas van ser revigoradas se con discernimiento, ser presencia amorosa en la vida de los hermanos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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