06 Apr 2023

Sea inundado por la salvación del Señor

“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13, 1).

Mis hermanos, llegamos al ápice de nuestra fe (espiritualidad ), el saludo de toda nuestro camino cuaresmal, los tres días santos el Tríduo Pascual, la celebración mayor de nuestra Iglesia, donde nosotros hacemos memoria de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Las celebraciones de estos tres días santos constituyen una única celebración, la celebración del gran amor de Jesucristo por nosotros. “Él, había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin”.

Celebraremos, en estos tres días, el inmensurable amor de Dios. Es imposible para nuestra razón conseguir calcular la grandeza de ese amor. Jesús se entrega inteiramente por amor a nuestra salvación, donando por entero en la oferta de cruz y y en la Eucaristia.

En la solemne Liturgia de hoy, recordamos la institución del sacerdocio y de la Eucaristia, de los sacramentos profundamente relacionados entre sí, señales indiscutibles de Su amor por nosotros.

En este día, tenemos dos celebraciones: en la parte de la mañana, la Misa de los Santos Aceites, donde todos los padres y el clero hacen su renovación, la renovación de las promesas sacerdotales; y la noche, la Misa que llamamos de la Misa de Santa Cena o la Misa de Lava pies. Estos dos sacramentos, el sacerdocio y la Eucaristia, son señales de la presencia de JEsús en nuestro medio, Él quisó permanecer con nosotros.

Jesús se entrega enteramente por amor a nuestra salvación

Todo sacerdote, siguiendo el ejemplo de Jesús, debe también vivir ese amor de entrega, esa entrega total: “Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” ( Jn 13, 15), esta es la orden de Jesús.

En este día santo, la Iglesia revive, con toda su Liturgia, el rito de Lava pies. Jesús que se levanta, quita el manto, amarra la toalla en la cintura y, como una señal de profundo amor, lava los pies de Sus discípulos. Él es el maestro y Señor que se hizo siervo para nos enseñar a servir también los hermanos.

Dios, que se hizo hombre para servir a los hombres, ofreciéndonos la salvación, a nosotros resta dejarnos ser bañados por la salvación del Señor. La premisa de cualquier esfuerzo de vida cristiana es recibir la salvación, cabe a nosotros dejarnos ser lavados por Cristo, lavados por Su salvación, el perdón de Dios.

Jesús va decir para Pedro: “Si no lavarte, no tendrás parte conmigo”. El paso siguiente es lavar los pies de nuestros hermanos, lavar los pies unos de los otros.

Y en esa invitación del Señor, nosotros podemos ver la importancia de cuidar y acompañar e camino de los demás. Los pie, de hecho, es nuestro medio para poder caminar. Cuando somos llamados a lavar los pies unos de los otros, somos llamados a acompañar también el camino de salvación de nuestros hermanos. Entonces, mis hermanos, convirtámonos responsables unos por los otros.

Cristo, en esta noche, enséñanos que somos responsables por el caminar de nuestros hermanos, por el caminar, por la salvación de nuestro prójimo. Nuestro camino es el amor, nuestro camino es amr como Cristo nos amó, y Él nos amó hasta el fin. Pidamos esta gracia de, juntamente con Cristo, amar nuestros hermanos hasta el fin.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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