10 Aug 2022

Que podamos renacer para la nueva vida en Cristo

“Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.” (Juan 12,24)

Hoy, la Iglesia conmemora San Lorenzo. Es la fiesta de San Lorenzo, alabando a Dios por este diacono, este martir que dio la vida por amor a nuestro Señor Jesucristo, que fue fiel al Evangelio, a la Palabra de Dios.

Jesús enseñaba, ya en Su tiempo, y enseña también hoy esta necesidad de morir para vivir. Si nosotros miramos para nuestras vidas, mis hermanos, constantemente nosotros morimos y vivimos. Nosotros necesitamos salir del vientre de nuestra madre, ¿no lo es? Es una muerte, ya es una muerte. Delante de toda seguridad que nosotros teníamos en el vientre de nuestras madres. Nosotros nacemos y, cuando nosotros nacemos, ya viene el sello de la muerte.

La seguridad de la vida es la muerte. Nosotros no sabemos si aquel niño va ser doctor, va ser un jugador de futbol, si ella va ser empresaria, pero la seguridad que nosotros tenemos es que aquel niño va morir. Esta es la seguridad.

Constantemente, es necesario que la muerte ocurre en nuestra vida. Ya nace muriendo, después, ella crece un poco, allí, aún en la infancia, cuando tiene que ir para escuela, ya es una muerte también. Yo tenía una seguridad en casa, tenía todas mis ventajas en casa… Es una muerte para poder ir para escuela. Es una muerte pasar de la realidad infantil para la adolescencia; es una muerte, es el cuerpo que cambia, es una muerte ser joven, pasar de la juventud para el adulto: “¡Oh, tu no eres más niño!”, “¡Tu no eres más niños, tu eres joven!”, “¡Tu no eres más joven, tu ya eres adulto!”

Vamos morrir para el pecado, que podamos renacer para la vida nueva en Cristo

Las muertes ocurren continuamente en nuestra vida. Es necesario morir para vivir. Y en la realidad cristiana, espiritual, nosotros necesitamos morir para el pecado, este gran mal. Y cuando nosotros morimos para el pecado, el santo surge, la santa surge.

Mis hermanos, moramos cada vez más para el pecado, para que el Cristo Vivo, el hombre nuevo y la mujer nueva, pueda renacer. Muerte para nuestros vicios, muerte para esta dichosa lengua que habla mal del otro, muerte para los pensamientos obsceno, extraños. Muerte, muerte para falta de, de servir el hermano, de la caridad, muerte para que tenga el servicio, para que tenga vida. Primero la muerte, después la vida.

Es necesario que el grano de trigo caiga en el suelo, muera, para que después él viva. Así fue la vida también de San Lorenzo, que paso por varias muertes, enfrentó dificuldades, sin embargo tu vida haya sido cortado aquí, él esta en la gloria, él dió un bello testimonio de vida.

“¡Apresenta aquí! ¡Yo sé que la gloria es rica!”, decía el imperador en aquel tiempo; y ¿que él hizo? Él llevo los pobres. La riqueza de la Iglesia son los pobres. Fue condenado, fue muerto, pero vivió para Cristo. Apesar de haber morido, dejo rastro de santidad y muchos otros también buscaran la santidad.

Mis hermanos, vamos, sí morir para el pecado, morir para el mal y dar un testimonio de vida para muchos, para que hombres y mujeres también, al ver nuestro testimonio, puedan seguir el Señor. Es necesario morir. Vamos morir para el pecado, renazcamos para la vida nueva en Cristo.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!


Padre Márcio Prado

Sacerdote da Comunidade Canção Nova.

Pai das Misericórdias

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