21 May 2021

Necesitamos ser sanados por el amor de Dios

“Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 17).

Jesús, antes de subir a los Cielos, en los varios encuentros que tuvo con Sus discípulos, con Sus apóstoles, aquellos que seguían a Él de cerca, Él quiso confirmar en el amor, en la fe, en la esperanza, porque fue todo eso que el Maestro sembró en sus corazones mientras estuvo en este mundo presente.

Es verdada que el miedo y la covardia hacen todo dispersar. Recibimos muchas cosas de Dios, pero cuando no cuidamos de lo que recibimos, cuando o cultivamos lo que de Dios esta en nosotros, perdemos, dejamos dispersar, porque nosotros también nos apartamos, también vamos para lejos y renegamos lo que nosotros mismos un día confesamos.

Confesamos nuestro amor a Dios, pero lejos de las tribulaciones y de los fracasos enfriamos porque tenemos una visión totalmente ingenua de la fe, de creer que porque estamos en Dios, en todo que realizamos seremos bien sucedidos y victoriosos.

Es necesario que el amor de Dios nos sane, pues el amor de Él que sana nos fortalece en la fe, en el testimonio y en el anuncio

En Dios somos más que vencedores, nuestra victoria es Él, nuestra victoria es eterna, pero pasamos por frustraciones, por decepciones en el mundo; y los apóstoles no estaban preparados o no se preparan, no quisieran preparase, no quisieran abrirse para las decepciones o no quisieran enfrentar las tribulaciones, por eso estaban todos con ese espíritu aún depresivo delante de Jesús, el Resucitado.

El Señor pasó 40 días cuidando del corazón de los Suyos, así como Él esta en nuestro medio cuidando de nuestro corazón atribulado y afligido por todo que pasamos y vivimos.

Pedro, aquel que juraba amor eterno, negó el Señor tres veces. No importante que tengamos negado, lo que necesitamos es ser sanado por el amor. Es por eso que Jesús pregunta: “Pedro, tu me amas”, y él responde: “Señor, tu sabes que te amo”. Pero cuando Jesús pregunto por la tercera vez, Pedro quedo triste. “He negado el Señor tres veces”. Jesús no estaba “tirándole en la cara” de Pedro, por el contrario, Él estaba sanando el corazón de Pedro tan herido por sus propias debilidades, por la incertidumbre que él tuvo.

Es necesario que el amor de Dios nos sane, pues el amor de Él que sana nos fortalece en la fe, en el testimonio y en el anuncio. Es ese amor que nos pone de pie. Por eso, así como Jesús sanó el corazón de Pedro, confirmo todo que a él, un día, había dado la gracia de cuidar de sus ovejas y sus corderos -, Dios quiere confirmarnos en los done, en la unción, en la gracia, en el amor y en el perdón.

Permítanos ser sanados por Jesús, porque Él quiere realizar una obra nueva en nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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