01 May 2020

Necesitamos permanecer en comunión con el Señor

Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 55-56).

¡Queremos permanecer en Jesús! Necesitamos permanecer en Él, porque si permanecemos, produciremos los frutos del Reino. El más bonito es que Él quiere permanecer en nosotros, Él deseo ardientemente permanecer con nosotros y esta en nuestro medio.

La belleza es que Él esta en nuestro medio de forma real, visible y concreta, porque Él nos dejo Su cuerpo y Su sangre. Nos volvemos para el misterio de la cruz de Jesús y allí vimos Su sangre ser derramado y Su carne ser predicada en la cruz, Él dio Su cuerpo y Su sangre para salvarnos y nos liberarnos de nuestros pecados, pero Él también nos da Su cuerpo y Su sangre para que tengamos la vida en Dios para que la vida de Él este en nosotros.

No podemos permanecer lejos de Jesús; necesitamos permanecer en Dios. Y la forma de permanecemos en Él es tener comunión con Él. Tal vez, algunos piensen que comunión es tener un pensamiento igual, es estar pensando en Dios; esta comunión también pasa por los pensamientos y por los sentimientos, pero es más que eso: es tener la vida de Dios en nosotros y nuestra vida estar en Él, porque la sangre y la carne representan la totalidad de la vida.

Necesitamos permanecer en Jesús, porque, si permanecemos en Él, produciremos los frutos del Reino

Dios no quiere estar con nosotros de forma aparente, superficial o virtual. Dios quiere estar con nosotros en todo lo que realizamos, Él quiere que la vida de Él este en nosotros. Por eso, necesitamos encarnar Jesús como Él se encarno en nuestro medio. Así como el Hijos de Dios asumió la naturaleza humana, la carne humana, la vida humana, el sangre humano, la naturaleza divina, también necesitan estar en nosotros. Necesitamos encarnar Jesús en nosotros, tener los sentimientos, los pensamientos y la vida de Él en nosotros.

No se desvíe del sacramento de la gracia y de la Eucaristía. Donde quiere que estés, en tu casa, trabajando, aún lejos, mire para las Iglesias que están en el mundo entero y proclame: “Nosotros adoramos a Él, Santísimo Señor Jesús Cristo aquí, allí, en todas nuestras Iglesias que están en el mundo entero y Vos bendecimos, porque por vuestra santa cruz remites el mundo”. ¡Así rezaba Francisco, es así que necesitamos también rezar! Y no solo rezar, pero tener una vida eucarística, tener una vida en la comunión con el Señor, adorando y permitiendo que Él permanezca en nosotros.

En muchas agitaciones, inquietudes, preocupaciones y tensiones es necesario acalmar el alma, el corazón, los afectos, los sentimientos, porque, si no hacemos vamos ser tomados por la rabia, por el miedo, por el rancor, por los resentimientos y tensiones propias de la vida.

Es necesario volver para Jesús porque Él esta volviendo para nosotros. Es necesario encarnar los sentimientos de Jesús y comulgar de Su cuerpo, de Su carne, de Su sangre y de Su vida en nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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