“Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio».” (Jn 15, 26).

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Buen, el testimonio no demuestra, él muestra; testimonio no se explica, testimonio se impone por sí mismo, él muestra realmente cual es nuestra adhesión. Cuando te pones de una determinada forma, tu estas mostrando, justamente, el estilo de vida que tu has abrazado, la espiritualidad que tu sigues, tu religión, tu comunión con Dios. Entonces, tu testimonio no necesitas de explicaciones, él muestra.

Y la obra del Espíritu Santo es, justamente, de mostrar toda la verdad que Jesús enseño. Por eso, nosotros no necesitamos, en primer lugar, de preocuparnos con las palabras, con la apologética, la defensa de los argumentos de nuestra fe. ¡Eso es obra del Espíritu Santo, en primer lugar!

Tenemos que preocuparnos con los efectos que la gracia de Dios produce en nosotros. Y por supuesto, por medio de eso, un cristiano bien informado, que conoce la doctrina, va poder defender su fe por medio de los argumentos, de las ideas, pero eso es una consecuencia.

No nos olvidemos, por ejemplo, que el Espíritu Santo condujo Jesús en el desierto. No nos olvidemos que Él fue el Paraclito de Jesús allá. A veces, la gente pasa un poco desapercibido sobre esta reflexiones, pero el Espíritu Santo condujo Jesús por el desierto y Él fue Paraclito de Jesús allá, fue Defensor de Jesús contra el demonio, él estuvo en toda la misión de Jesús.

Vivamos, en primer lugar, los valores del Evangelio y, desde entonces, vamos mostrar la vida de Cristo con nuestro testimonio

¿Te recuerdas de las palabras que Jesús dijo al demonio, palabras de la Escritura? Seguramente, Jesús tuvo la asitencia del Espíritu Santo para responder al demonio a la altura, poniendo en su debido sitio. ¡Entonces, si el Espíritu santo hizo eso con Jesús, defendió Jesús, sepa, seguramente, él te defenderá!

¿Y, hoy, como nosotros podemos vivir la verdad, sernos testimonias de la Verdad, defendiendo nuestra fe, defendiendo Jesús? Cómo el padre dijo: antes de todo, siendo testimonias de Él.

Antes de demostrar alguna cosa, necesito mostrar con mi vida quien es Jesucristo. Y entonces, repito: entra mi comportamiento, mis elecciones, mi estilo de vida, mi forma de responder a las cuestiones de una forma cristiana. Entonces, por supuesto, después, si las palabras servir, yo las utilizo; las enseñanzas, instruyendo alguien, por medio de la catequesis, lo que aprendi con mi catequista, con mi padre, con aquel predicador, con lo que he estudiado.

Todo que oigo y que escucho, eso puede servir muy bien para orientar las personas, pero cuidado para no convertirnos defensores de Cristo sin el escudo de nuestra rectitud personal. Porque sería terrible ser un defensor de Cristo, levantar mi voz, usar mis redes sociales para ser un buen apologista, un buen defensor, pero me falta el escudo de mi rectitud personal, es decir, mi vida esta “mal” y quiero levantar mi voz para defender Jesús. ¡Eso es terrible!

Entonces, vivamos, en primer lugar, los valores del Evangelio, la vida de Cristo y, por medio de eso, vamos mostrar la vida de Cristo con nuestro testimonio.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!