25 Oct 2021

Pidamos a Dios que llene nuestro corazón de misericordia

“Había allí una mujer, que desde hacía dieciocho años estaba poseída por un espíritu que le producía una enfermedad; estaba encorvada y no podía enderezarse del todo”(Lc 13, 11).

Quiero que todos nosotros podamos hacer lo que Jesús hizo, pues Él no solo enseñaba. Enseñar quiere decir que Él miraba para la Palabra (porque Él era la Palabra), pero miraba para Dios, para que Dios llegase al corazón de todos.

No basta enseñar la Palabra, es necesario que, con la Palabra, entramos en las personas que están a nuestro lado porque muchas están sufriendo. Y Jesús miro para aquella mujer en que hacía dieciocho años que sufría con el Espíritu terrible convirtiendo a una mujer enferma y encorvada… Era despreciada, una pobre infeliz.

Las personas miraban las personas que tenían enfermedad, especialmente, más graves, como merecedoras, como castigo, como si ellas tuviesen hecho algo que merezca en aquello y, por eso, estaban pagando y no miraba con la mirada de la gracia ni de la misericordia, cuanto menos con la mirada del amor y del cuidado.

Suplico a Dios todos los días que me de una mirada de misericordia, de amor, de compasión, de cuidado con mi hermano

Muchas personas están sufriendo porque no están siendo miradas, y no es para ser miradas con “mirada de pobres infeliz”, pero con la mirada de amor y de cuidado, porque es esa mirada que cura y liberta, es esa mirada que Jesús vuelve para esa mujer que, hace dieciocho años, sufre de un espíritu que la atormentaba; y los religiosos de su época no se importaba con ella. Y Jesús mismo proclamo: “Mujer, esté libre de esta su enfermedad”.

El jefe de la sinagoga quedo furioso porque Jesús había curado aquella mujer en día de sábado. El sábado representaba el culto, que representa Dios. ¿Cómo es que una persona que ama Dios queda furiosa porque hacemos el bien al otro?

¡A veces, queremos crees que el sagrado es solo el culto que hago a Dios, pero, sino me importo con mi hermano, que culto hipócrita que haga para Dios! Que culto hipócrita es ese donde mi mirada se vuelve para el sagrario, para la cruz, para las cosas sagradas – y que bueno que se vuelve -, pero esa misma mirada no se vuelve para Jesús sofredor, esa mirada no se vuelve para Jesús que esta aquí sufriendo, pasando hambre y necesidad, sufriendo enfermedad y aflicción. Es que nosotros preferimos la pasividad de la oración, donde voy hasta Jesús consolarme, cuidar de mis cosas, de mi egoísmo, dame lo que necesito y me quedo triste cuando Jesús no da lo que quiero.

Soy incapaz de mirara para Jesús sofredor, real, en carne viva en muchos que pasan debilidades y sufrimientos en los días de hoy en nuestro medio, donde nosotros estamos. Soy capaz de pedir alguna cosa para Dios. Suplico a Él todos los días que pueda darme ua mirada de misericordia, de amor, de compasión, de cuidado para con el hermano. No quiero que Dios me acumule de bienes porque, muchas veces, el bien no es gracia, es desgracia.

Me lleno de cosas y comienzo mirara, incluso, las personas como cosas. Y ellas no son cosas, las personas son presencia divina. Pero ellas están siendo descuidadas, ignoradas y maltratadas, y estoy viviendo aquella ceguera espiritual de entender que el culto es solo yo estar en la presencia de Dios (y como necesito estar). Si estoy en la presencia de Dios y no salgo de la presencia de Él para ver mi hermano sufriendo, muchas veces, dentro de la iglesia que estoy, pasando aflicción y necesidad, me pregunto, ¿para que sirve nuestro culto, para que sirve nuestras celebraciones, si falta amor y misericordia en nuestro corazón?

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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