“En aquel tiempo, se ha reunido una gran multitud, y de todas las ciudad iban tener con Jesús. Entonces, Él ha contado esta parábola: El sembrador salió para sembrar su semilla. Mientras sembraba, una parte cayó a la orilla del camino, fue pisada, y los pájaros del cielo la comieran. Otra parte cayó sobre piedras, germinó y secó, porque no había humedad. Otra parte cayó entre los espinos crecieran juntos y lo sofocaron. Otra parte cayó en tierra buena, germino y ha dado fruto cien por uno. Diciendo eso, Jesús exclamó: Quien tiene oído para escuchar, escuche. Los discípulos le preguntaron el significado de esta parábola. Jesús respondió: Los abuelos fue dado a conocer los misterios del reino de Dios, pero los demás, solo por medio de parábolas, para que, mirando no miren” (Lucas 8, 4-15) .
Frutos de Dios
Hermanos y hermanas, hoy celebramos la memoria de los mártires André Kim y Pablo Chong.
Así como la semilla que cae en buena tierra produce frutos abundantes, la fe de estos mártires coreanos creció y ha perseverado además de las duras persecuciones de aquel tiempo, de las dificultades. Eso muestra que la fidelidad y el testimonio hasta el martirio son señales de una buena tierra, donde la palabra de Dios da fruto.
Fidelidad, permanencia y perseverancia
Los mártires, hermanos y hermanas, no solo recibieran la fe, pero ellos la cultivaran con la oración, testimonio, pero también con acción.
Santo André Kim, aún delante de la persecución, trabajo para fortalecer la Iglesia en la Corea. Eso corresponde la semilla que, aún en medio a los espinos y piedras, persevera para producir frutos.
Misión de llevar la Palabra a nuevos lugares
Pablo Chong, catequista y peregrino, ejemplifica la misión de llevar la Palabra a nuevos lugares, a las nuevas personas, como sembrador.
El testimonio de ellos muestra que debemos siempre difundir el Evangelio, como la semilla que difunde la semilla aún en tierras hostiles, aún en tierras que tiene espinos y piedras. Pero la gracia de Dios hará con que la Palabra produzca frutos.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
