Es necesario dar atención, cuidado y cultivar la Palabra para que crezca en nuestro corazón y produzca muchos frutos
“El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, una parte cayó al costado del camino; fue pisada y los pájaros del cielo la comieron” (Lucas 8,5)
Dios es el gran sembrador de su Palabra en nuestros corazones. Me gustaría que nos detuviéramos con mucho amor y atención en lo que significa la semilla, porque ella contiene el árbol y la vida. Si no cuidamos la semilla no tendremos el árbol ni el fruto. Necesitamos acoger la Palabra de Dios que es sembrada en nuestro corazón, que es enviada a nuestro corazón. Necesitamos cuidar de esta Palabra como un buen agricultor cuida de la semilla sembrada en su campo. Él cuida y tiene los elementos necesarios para cuidar la tierra, para que la tierra sea abonada, cultivada y produzca frutos.
La Palabra de Dios en nuestro corazón necesita de cuidado y atención. Primero, no podemos permitir que los pájaros coman la semilla que es arrojada en nuestro corazón. Somos muy distraídos y toda distracción nos saca el foco de lo esencial.
¿Por qué no ha producido efectos la Palabra de Dios en nuestra vida? ¿Por qué no produce frutos? ¿Por qué la Palabra no se ha convertido en un frondoso árbol, produciendo frutos en nuestro corazón? Porque dejamos que muchas cosas roben la semilla, sean las distracciones, las preocupaciones exageradas de la vida, sea por causa de las pasiones que tenemos por las cosas del mundo, de modo que la Palabra se va sofocando y queda enterrada, hasta que pierde fuerza, pierde el vigor y no crece en nosotros.
La Palabra de Dios ha convertido a muchos, produce santidad, renueva mentes, sana corazones y produces hombres y mujeres nuevos. Necesitamos dar atención, cuidado y cultivar la Palabra para que crezca en nuestro corazón y produzca muchos frutos.
¡Dios te bendiga!