“Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos” (Lucas 10,1-2).
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Mis hermanos y mis hermanas, ayer nosotros celebramos la conversión de San Pablo; hoy, nosotros celebramos dos de sus discípulos, porque la Iglesia, hoy, hace memoria de los santos Timoteo y Tito dos discípulos de Pablo.
Pablo llamaba Timoteo y Tito de “hijos en la fe”, una bonita y cariñosa la expresión, porque Pablo reconocía, legítimamente, que [el los había formado en la fe en Cristo Jesús.
Pablo engendró los dos en la fe. ¡Que frutos pueden engendrar una conversión autentica! ¡Cuando una persona se encuentra realmente con Jesús, cuantos frutos! Hablaba ayer sobre el ministerio de San Pablo, que no fue solo expandir la mensaje del Evangelio fundar comunidades, pero fue encontrar personas.
San Pablo encontró varias personas que, después, se convirtieron colaboradoras en el anunció del Reino de los Cielos, pero porque experimentaran también, apartir de la vida y del testimonio de Pablo, la gracia de encontrar e Cristo.
Tu puedes traer muchas personas para el Reino de Cristo apartir de tu testimonio de vida
¡Cuantos hermanos podemos atraer para la comunidad cuando nosotros vivimos de verdad la vida de Cristo! Tu puedes traer muchas personas para el Reino de Cristo apartir de tu testimonio de vida. Sea autentico en tu experiencia de fe, viva intensamente.
Jesús, en el Evangelio de hoy, eligio otro 72, porque el trabajo es grande y los operarios son pocos. Es necesario asumir la obra evangelizadora. ¡Cuanta necesidad nosotros tenemos! Tu puedes asumir la obra evangelizadora, tu también puedes colaborar con la evangelización en un trabajo pastoral, en un movimiento, en una catequesis. En cualquier estado de vida que te encuentres — casado, soltero, padre, consagrado —, tu puedes colaborar con la obra de evangelización.
Cristo quiere contar con cada uno de nosotros. Entonces, no delegue tu misión para los demás — “Eso es cosa de padre”, “Eso es cosa de monja”, “Eso es cosa de las personas de la Iglesia”. ¡No! Eso es cosa nuestra, necesitamos asumir nuestra misión.
Y, aquí, no caben aquellas famosas disculpas: “No sé hablar”, “No sé leer”, “No sé coordinar”, “No sé cantar”, “No sé tocar”. Dios capacita Sus elegidos. Mira lo que Él hizo en la vida de Pablo; mira lo que Él hizo en la vida de San Timoteo, de San Tito y de todos los otros discípulos, capacitando a ellos para que el Reino de Cristo ocurriese y fuese cada vez más expandiendo.
Entonces, el Señor quiere contar conmigo y contigo. No hables más que tu tienes capacidad para eso o aquellos, no de más aquella vieja disculpa para su párroco, para no estar comprometido en su comunidad, pero abrace esta alegría de participar de misión de cristo, abraza generosamente esta misión de evangelizar. ¡Que el Señor nos conceda esta gracia!
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
