29 Mar 2022

Tu sufrimiento atrae la compasión de Jesús 

“En aquel tiempo, ocurrió una fiesta de los judeos, y Jesus fué a Jerusalén. Existe en Jerusalén, cerca de una puerta de Ovejas, una piscina con cinco pórticos, llamada betesda en hebraico. Muchos enfermos quedaban allí acostados, ciegos, cojos, paralíticos. Ahí encuentras un hombre, que estaba enfermo de treinta y ocho años. Jesus vió un hombre acostado sabiendo que estaba enfermo hace tanto tiempo y le dijo; Quieres quedar curado? El enfermo respondió; Señor, no tengo ninguna persona que me lleve a la piscina, cuando la agua es agitada. Cuando estoy llegando, otro entra en mi frente. Jesús dijele: Levanta-te, agarra tu cama y camina” (Juan 5, 1-3. 5-8)

A Jesús le gusta dos lugares donde existe el dolor humano, Él tiene preferencia por lugares donde existe el sufrimiento. El sufrimiento atrae compasión y la misericordia de Jesus, eso dice mucho para nosotros. Si usted está pasando por un sufrimiento, se está pasando por una situación de dolor, sea ella física, emocional, psicológica, Jesus está cerca de usted porque Él era atraído siempre por el sufrimiento humano, muy diferente de nosotros que  por veces, mantenemos la distancia de seguridad, de la indiferencia en relación a los problemas de las personas, a los sufrimientos de las personas, y eso es nuestro corazón que necesita tanto convertir. El Señor se aproxima de quien lo Invoca, de quien se encuentra en medio del sufrimiento y de la tribulación.  

El personaje de hoy está delante, a la margen de la piscina, este lugar de gracia, donde ocurría un fenómeno muy particular: Un ángel del Señor agitaba aquella agua y el primer que adentraba era agraciado. Esta era una especie de lotería, porque es una única persona privilegiada. Ahora, podemos adentrar nuestra vida en Jesús. 

Jesus es esta piscina en que El espíritu agita esta agua constantemente y podremos adentrar todos los días en El, a todo momento de nuestra vida y también recibir de Él sus gracias. 

Aparece este hombre que hace 38 años estaba sufriendo de una enfermedad. Treinta y ocho años en la Palabra de Dios y cause una generación – 40 años es una generación. Vea, este hombre pasó prácticamente su vida entera experimentando el sufrimiento. Una cosa aquí es interesante; parece que este hombre ya había identificado con su enfermedad que fuera necesario Jesus hacer una pregunta. Pare y piense un poco, alguna persona sufriendo hace 38 años de una enfermedad, será que ni quisiera ser curado? Es lógico que esta persona quiera la cura, pero por qué Jesus hace esta pregunta? ¿Quieres quedar curado?

A Jesus le gusta dos lugares donde existe el dolor humano, Jesus tiene preferencia por lugares donde existe el sufrimiento. 

Porque aquel hombre ya había sepultado dentro de Él la necesidad de la vida, aquel hombre ya estaba muerto en vida porque él estaba inmovil, estaba parado en su enfermedad. Y Jesus necesitaba tocar de nuevo en el deseo de aquel hombre vivir, Él necesitaba ir adentro. No era solo una cura física que aquel hombre necesitaba, pero Jesus necesitaba curar el interior de aquel hombre, necesitaba curar el deseo de vida en el corazón de aquel hombre, tanto que le dijo; “Señor, ninguna persona me ayuda. Cuando la agua es agitada, llegó siempre atrasado”

Una persona que está siempre llegando atrasada en la vida, que está siempre atrás, es ahí que Jesus reconoce que aquel hombre necesitaba moverse aquí dentro. Es esta cura que Jesus necesita hacer en nosotros, porque muchas veces, nosotros nos fijamos, con todo respeto, nos fijamos en las curas físicas y olvidamos lo más importante, que es la cura del corazón. Aqui adentro não pode ficar nada paralisado.

Por eso Jesus dice; Levanta-te, agarra tu cama y camina”. Alguien que escuchó por 38 años: “Alguien ya entro en la piscina”, “ya acabó la gracia”, “ya terminó”, ahora escucha; “Agarra tu cama, y camina, va para tu casa”, es la salvación que llega en la vida de este hombre, es la voz de Cristo que llega también en mi vida y en su vida, diciendo: “Levanta-te, agarra tu cama y camina”

 

Sobre todos ustedes, la bendición de Dios todo poderoso. Padre, hijo y espíritu santo. Amém

 

Pai das Misericórdias

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