15 Sep 2021

Nuestros dolores intensifican nuestra fidelidad a Dios

“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena” (Jn 19, 25).

Hoy, celebramos Nuestra Señora de los Dolores. En los dolores de María contemplamos los dolores de la humanidad, pero contemplamos, especialmente, los dolores de todas las madres, de todas las mujeres que encuentran, en la imagen de María, luz y gracia para el sufrimiento de cada día.

María nos muestra que una persona siendo toda de Dios sufre por ser de Dios, pero es un sufrimiento que tiene sentido, es un sufrimiento redentor y salvador. Vivimos en un mundo que quiere anular el sufrimiento, pero es el mundo que causa el propio sufrimiento. Porque, en realidad, es el mundo que engaña las personas de que ellas no van sufrir, pero es el propio mundo que causa el sufrimiento.

Sufrimos con el mundo que rechaza a Dios; y, por abrazarnos a Dios, somos rechazados por este mundo. María se puso para ser toda de Dios, elegida y llamada; el precio que Ella pago por su fidelidad es el sufrimiento.

Sufrimos para sernos fieles, pero no es un sufrimiento vacío, no es un sufrimiento esteril. ¡De ninguna forma! Aquí es el sufrimiento en su sentido más pleno, es el sufrimiento que tiene significado, es el sufrimiento que produce frutos de salvación y de redención. Desde cuando aceptó ser la Madre del Salvador, María experimento en su ser várias formas de sufrir: de la incomprensión de José; de no tener un lugar para engendrar su Hijo; de la fuga para el Egipto; de la presentación de su Hijo en el templo, donde Simeón profetiza que una espada va traspasar su alma. Ella sufre cuando perdió su hijo en el templo, adolescente, tres días sin saber donde Él estaba. María fue probada.

Los dolores de María son los dolores de hombres y mujeres que buscan con toda la intensidad vivir la fidelidad a Dios

Existe quien mire para Ella apenas sin pecado, y eso no quiere decir que Ella no fue probada y no paso por probaciones; fueron muchas las aprobaciones, pero Ella respondió con la gracia de Dios a todas.

Pruebas no es para inducir al pecado, por el contrario, es para recusar el pecado y permanecemos en la gracia. Por eso, María, siendo probada, sufrió por amor, sin dejar de ser fiel, permaneciendo en la gracia.

Contemplemos, hoy, el sufrimiento de una Madre que ve su hijo ser maltratado, rechazado y clavado en una cruz. Contemplemos el sufrimiento de la Madre que alimento, dio de mama y dio su sangre para que su Hijo tuviese vida, Ella ahora ve el sangre de su Hijo vertiendo en la cruz.

Los dolores de María son los dolores de la humanidad, de hombres y mujeres que buscan con toda intensidad vivir la fidelidad a Dios, la dignidad humana en medio a lagrimas, las luchas, pero no desaniman ni desisten, porque miran para Dios y, en Él, encuentran un sentido muy profundo, incluso y principalmente, para el propio sufrimiento.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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