26 Mar 2020

Nuestra primera obligación es con nuestra casa

“Entonces Yavé dijo a Moisés en el cerro: «Vuelve y baja, porque tu pueblo ha pecado. Bien pronto se han apartado del camino que yo les había indicado. Se han hecho un ternero de metal fundido y se han postrado ante él. Le han ofrecido sacrificios y han dicho: Israel, aquí están tus dioses que te han sacado de Egipto” (Ex 32, 7-8)

Moises estaba en la montaña sagrada, en la presencia de Dios, y fue ordenado a bajar para ver la situación del pueblo que se corrompe, que dejo el corazón inclinarse para el mal, que se entrego para la profanación, para la idolatría y se alejo de los camino del Señor.

Necesitamos subir a “montaña sagrada” para rezar, para estar en la presencia de Dios y escuchar el Señor, nuestro Dios, pero necesitamos bajar de nuestro orgullo, de nuestra soberbia, necesitamos bajar hasta de las montañas altas que estamos porque, muchas veces, estamos en una montaña muy alta, como mensajeros volando al encuentro de las cosas celestiales, y hay toda una corrupción involucrando nuestra casa y nuestra familias.

“Madre, no te quedes solo en tu habitación rezando, no te quedes solo con el Rosario en la mano, va para la habitación de tu hijo, va ver como esta tu marido”. “Hombre, va ver como están tus hijos, va al encuentro de tus otros hermanos”. A veces, el mal esta entrando dentro de nuestra casa y no estamos percibimos.

Muchas veces, estamos todo el tiempo puntiagudo en nuestras cosas, incluso en las cosas de la Iglesia, porque quedamos rezando todo el tiempo, tenemos muchos compromisos en la iglesia y no estamos viendo lo que esta ocurriendo con los hijos y con la propia casa. Otras veces, estamos viajando mucho, son negocios y compromisos, incluso compromiso de la Iglesia.

A veces, el mal esta entrando dentro de nuestra y no estamos percibiendo

Mira: nuestra primera obligación es con nuestra casa, es cuidar de los nuestros. Nuestros hijos están pasando por inquietudes profundas y tampoco percibimos. De repente, las drogas están dentro de nuestras casas y tampoco estamos viendo.

Sé que, antes, las “drogas” eran “fuera”, en el mundo, entonces, protegían los hijos para que ellos no las conociera, pero, hoy, ellas entran en nuestra casa, por medio del mecanismo electrónicos, de los medios digitales; por medio de smartphones y computadores. Cuantas “drogas” están entrando en la mente y en el corazón.

Es triste ver los hijos pasando horas, hasta madrugadas, en juegos electrónicos, y los padres están haciendo vista gruesa. Aquí no es cuestión de acusar, y sí de mirar, porque es preocupante ir al encuentro de una familia y un niño venir cumplimentar con un teléfono móvil en la mano, con un juego electrónico que no sale de su mano, y nuestros ojos están vedados, están cerrados, estamos en aquella postura de mirar para cima.

Estoy diciendo: “Baja, mi hijo, para mirar lo que esta ocurriendo en su casa”. Porque muchos demoraran para bajar y, cuando bajaron, ya era tarde. Cuando Moisés bajo, la situación ya estaba dura, ya estaba casi todo perdido. Moisés tuvo de hacer todo el trabajo de mediación. Baja para medir, pero baja para intervenir, para cambiar la situación, baja para ver como las cosas están ocurriendo, para ser mano y voz de Dios cuidando de su propia casa.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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