21 Jun 2021

Juzgar el prójimo cabe solo a Dios

“¿Qué pasa? Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿y no te das cuenta del tronco que hay en el tuyo?” (Mt 7,3).

Jesús hoy, esta nos enseñando a tener “discernimiento”, porque es lo que falta muchas veces en nuestras actitudes humanas, en nuestra propia relación de fe. Somos mucho de juzgar, de mirar para la vida del otro, observar lo que es de la vida del otro, ver el problema, el defecto, el error del otro, y eso nos convierte cada vez más ciego sobre nosotros mismos.

El tiempo y la energía que gastamos para observar los defectos y las dificultades de los problemas de los demás nos quita del centro de nuestro cuidado interior. Entonces, con la misma medida que nosotros juzgamos seremos juzgados.

No necesitamos negar que vivimos en una sociedad del juicio. Vivimos en una sociedad donde juzgar la vida de los demás es la practica, es el costumbre, es el común de los hombres.

¡Sabio es aquel que no sigue! Porque, en estas reuniones, en estos encuentros personales, incluso en redes sociales lo que se habla de la vida de los demás no es un juego. Y muchas personas quedan incluso enfermos cuando no pueden encontrarse con otro para hablar de alguien.

Somos mucho de juzgar, de mirar para la vida del otro, ver el defecto, el error del otro

Alguien dijo así: “Yo necesito contar”. ¿Qué es contar para algunos, sino hablar mal de alguien? ¿Que es para algunos vivir, sino vivir hablando mal de la vida de los otros?

Estamos, de hecho, perdiendo la dirección, la brújula de aquello que debe ser la convivencia humana. No es jugando unos a los otros, no es condenando, no es creando nuestra medida, porque eso revela la autosuficiencia, el orgullo y la soberbia.

¿Quién es que juzga? Es aquel que esta por encima de los demás, es aquel que sabe más, aquel que se cree mejor que los demás. Si Jesús dijo que Él no vino al mundo para juzgar el mundo, pero me pongo por encima de Jesús y vivo para juzgar lo demás, me falta de verdad el “discernimiento” o la capacidad de vernos.

Tenemos derechos, problemas, tenemos muchas cosa para cuidar dentro de nosotros. “Pero mi defecto no es como el del otro”, eso es lo que nosotros creemos, ese es el juicio que nosotros hacemos. Dejemos que Dios nos juzgue, dejemos que Él use de misericordia para con nosotros, por eso usemos de misericordia unos para con los otros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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