09 Feb 2018

Jesús quiere sanar y purificar nuestros sentidos

Se abra y deja que Jesús renueve y purifique tu oído, tu boca tu lengua

“Entonces trajeron un hombre sordo, que hablaba con dificultad, y pidieron que Jesús le impusieran la mano” (Mc 7, 31-37).

Jesús toca todos nuestros sentidos, porque todos ellos necesitan ser sanados, purificados y renovados por Él.

Por veces, nos preocupamos con la “cera” que entra en nuestros oídos y esta preocupación no es malo; es bueno que cuidemos, porque esta nos hace mal, pero, no es la cera que convierte nuestros oídos impuros, y sí, lo que escuchamos: maldades que viene del mundo, las malicias que están a nuestro alrededor y los chismes. Estas impurezas entran en nosotros y no imaginamos el mal que hacen al penetrar nuestro corazón y en nuestra vida.

Sabemos que, lo que escuchamos va para nuestro corazón, y también para nuestra cabeza, porque, “la boca habla de lo que el corazón esta lleno”. Por este motivo que nuestra lengua, también, queda enferma: hablamos y escuchamos el mal. Nosotros decimos chismes, porque escuchamos chisme, porque escuchamos chisme; nosotros dispersamos mentiras y confusiones, porque es lo que escuchamos.

Este hombre esta enfermo como también nosotros nos encontramos enfermos. ¿Sabes porque? Porque nuestros oídos no consiguen más escuchar a Dios como deberíamos escuchar.

Percibimos luego cuando una niña llega a la adolescencia lo mucho que sus oídos quedan heridos. ¿Como? La niña escucha la voz del padre y de la madre cuando aún no sabe hablar y los oídos están atentos a la voz del padre hasta de lejos; el adolescente cuando es tomado por la rebeldía, él no quiere más escuchar la voz del padre y de la madre, solo escucha las voces del mundo y del corazón de él. Así nosotros, también, estamos.

Nuestros oídos están rebeldes y no escuchan la voz de Dios, y, una vez que, nosotros no escuchamos, no tenemos lo que hablar. Nosotros hablamos del mundo, de las cosas mundanas, de las confusiones y de las maldades del mundo. Cuando las personas se encuentran y preguntan cuales son las novedades, ellas siempre hablan de la vida de los demás. Si la boca consigue hablar maldad es porque el oído solo escucha eso.

Sin embargo, Jesús va en Él suelo, escupe en él y con la saliva, Él toca con los dedos los oídos de aquel hombre.

Los dedos de Jesús quiere tocar nuestros oídos para purificarlos y, también, limpiar los que oímos. Y, así, la saliva de Él pueda tocar nuestra boca y lengua. Y lo que salir que salga, sea para nuestra edificación.

Permita, mis hermanos, ser tocados por Jesús y que nuestros oídos sean sanados por Él. Y, lo que entrar por nuestros oídos, sea lo que instruya, renueve y santifique, y también, nuestra lengua sea sanada por Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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