23 Nov 2017

Jesús es solidario con nuestro llanto

El llanto de Jesús por Jerusalén es el mismo de muchas madres por los hijos. Es el llanto de muchas mujeres por sus matrimonios

Jesús amaba Jerusalén, su ciudad, Él nació allí. Mira bien, Jerusalén fue la ciudad construida por el rey David, es el centro de la fe de toda Israel. Es donde esta el tiemplo, la imagen de Jerusalén Celeste.

Jesús amó su ciudad, pero no refiero a los predios, edificios, pero a su pueblo que vivían allí. Jerusalén con todo lo que era: con el pueblo, los gobernantes, jefes, lideres religiosos, y esos (los líderes) no fueron capaces de acoger Jesús.

Si Jesús vino para presentar la salvación desde de Jerusalén, la ciudad no lo reconoció, despreció y mató su Rey, su Señor.

El llanto de Jesús por Jerusalén es el mismo de muchas madres, que lloran por sus hijos. Es el llanto de muchas mujeres por sus matrimonios. Es el llanto de muchos de nosotros, cuando investimos nuestras vidas en la evangelización, en el bien y, nos frustramos con lo que hacemos. Porque, no cosechamos los mejores resultados.

Somos solidarios con el llanto de Jesús, y Él es solidario con nuestro llanto, con el clamor de muchos de nosotros: la madre que sufrió, el otro que pasa por una situación difícil en la vida, aquel que sufre porque envistió su vida en una relación y se frustró con aquello.

No somos los únicos frustrados en el mundo; la decepción también hace parte de la vida. Lo que depende del otro, compete solo a él. En la vida a dos, la mujer da todo de sí, y para decir que no estoy mirando solo para el lado de las mujeres, a veces, el hombre da todo de sí, pero si la otra parte no corresponde, que hacemos?

Los padre dan lo mejor de sí, en la creación de los hijos; estos crecen y, después, toman otro camino. ¿Que hacer? No podemos tener miedo o recelo de llorar o lamentar ante las frustraciones que tenemos en la vida.

El Jesús que lloró y se frustró ante de Su ciudad, porque ella no reconoció el tiempo de la visita de Dios, es también, el llanto que tenemos que tener cuando no reconocemos, no acogemos las visitas que Dios hace en nuestra vida.

Jesús fue consolado por el Padre, aun que tenga experimentado el amargo de la vida, de la cruz, Él tuvo todo el consuelo de la vida. Seamos consuelo, conforto y presencia de Dios ante las agonías que muchos enfrentan, ante las frustraciones dela vida.

¡Dios te bendiga!

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