04 Nov 2019

Hagamos el bien sin esperar retribución

“Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos” (Lc 14, 13).

El sentido de la felicidad es la gratuidad del alma y del corazón. No hacemos nada para ser recompensado, recordados o aplaudido y, al mismo tiempo, retribuidos por aquello que realizamos para el otro.

El sentido del Cielo es el alma que sabe ser generosa. La generosidad es dar sin esperar nada en cambio, es hacer el bien porque es la obligación del alma.

Entonces, si alguien no me hace el bien, yo también no hago para él; si alguien no me da, yo también no doy; si alguien no me ayuda, yo también no ayudo. Eso es mentalidad mundana y perversa; es la mentalidad de quien no conoce el Evangelio y no sumerge en el amor misericordioso, bondad y generoso de nuestro Dios.

La generosidad es dar sin esperar nada en cambio, es hacer el bien porque es la obligación del alma

Nuestro Dios hace nacer el sol para quien es justo, para quien es injusto, para quien vive como Su hijo y para quien no vive como su hijo. Es Él quien nos enseña que debemos ser bondoso para con todos, sin hacer acepción de personas. Por el contrario, ya que la fiesta es la expresión de la felicidad, de la alegría, debemos hacer fiesta cuando encontramos el pobre, el necesitado, el ciego, el cojo, el desconocido; cuando encontramos alguien a quien vamos a dar el mejor de nosotros y, tal vez, nunca más nos encontramos con aquella persona. Aunque en la fiesta celeste, donde las almas generosas se encuentran.

Para ser un seguidor de Jesucristo, necesitamos vencer la mezquindad del alma, del corazón, la mezquindad de intenciones que buscan recompensas, valorización y reconocimiento en todo lo que se realiza.

En Dios encontramos el sentido de la gratuidad de la vida, de la generosidad oblativa que se dona del alma, de corazón y, verdaderamente, no espera retribución, no quiere nada en cambio. Como dijo Jesús: “Mano izquierda debe saber lo que hace la derecha” (Mt 6, 3).

Que realmente seamos buenos para con todos, seamos generosos, especialmente para con los más necesitados, sufridos, con aquellos que no pueden retribuir el bien que hemos hechos para ellos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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