28 Apr 2019

Experimentemos la paz del Resucitado

“Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes! Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe” (Jn 20, 26-27).

La gracia del Resucitado vivo en nuestro medio de nosotros es traernos su don. El don del Resucitado es la paz. Donde Jesús esta, la paz esta presnete, porque Aquel que vivr vence el poder de la muerte, Él vence el poder de todo aquello que trae muerte y destruicción para nuestro interior. Somos tomados por la incredulidad, por los sentimientos negativos, somos por un mundo que nos convierte cada vez más materialistas, en el sentido que necesitamos siempre de la experiencia material para poder vivir.

Vivenciamos y experimentamos Jesús sumergir en el Espíritu. Tomé fue tomado por esta incredulidad, por ese sentimientos material de la vida. El material no es solo lo que compramos, pero es la experiencia carnal incluso de la fe.

Nuestra experiencia con el Señor necesita ser cada vez más mística, espiritual, del fondo del alma. Con nuestra alma y nuestro espíritu tocamos y sumergir en Dios. Si alimentos nuestro espíritu, él vivirá de la fe, pero si alimentamos nuestro espíritu solo de las cosas materiales, no experimentamos el resucitado, no experimentamos su paz y tampoco su presencia en nuestro medio.

Tomé fue más incrédulo que un hombre de fe, él fue más mundano que un hombre espiritual. Él se dejo llevar por la sensibilidad del mundo por la sensibilidad divina.

El Resucitado es un misericordioso, es aquel que nos trae la profunda misericordia de Dios

El Resucitado es un misericordioso, es aquel que nos trae la profunda misericordia de Dios que se compadece incluso de nuestras incredulidades y nos invita, hoy, a tocarnos en Él, a experimentarnos Él, a sentirnos Él presente y vivo en nuestro medio.

Necesitamos abrir nuestro corazón, es necesario que la bienaventuranza: “Felices los que creen sin haber visto”, ocurra en nuestra vida. No necesitamos ver para creer, necesitamos experimentar para crecer en la intimidad con Dios. Experimentamos Dios en nuestra vida cuando nos abrimos para su amor misericordioso, amor que sana, liberta, transforma y nos pone en el corazón de Dios.

Experimentemos en cada día de nuestra vida vivir con el Resucitado.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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