“Cuando llegó la hora, Jesús se puso a la mesa con los apóstoles y les dijo: «He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la comeré más hasta que se cumpla en el Reino de Dios».” (Lucas 22, 14-23, 56)
Humanidad nueva
Amados hermanos y hermanas, necesitamos comprender este contexto dentro de esta liturgia del Domingo de Ramos. Estamos dentro de esta mística del Domingo de Ramos, es decir, de este tiempo cuaresmal que ya nos va a llevar, ahora, a la Semana Mayor, la Semana Santa. E invita a cada uno de nosotros a contemplar a este Dios que, por amor, descendió a nuestro encuentro y compartió nuestra humanidad.
Jesús se hizo solidario con cada uno de nosotros. Guarden esta palabra: el Señor se hizo solidario, excepto en nuestro pecado.
Él vino para salvarnos de nuestro pecado y por eso se encarnó, asumió nuestra humanidad, excepto en el pecado, para hacernos libres.
Otra realidad importante que necesitamos comprender del Domingo de Ramos: es que Jesús se hace siervo de cada uno de nosotros, Él se deja entregar para morir, para que nuestro egoísmo sea vencido, para que nuestra individualidad sea vencida y también para que la maldad y el pecado fuesen vencidos.
Presten atención a esto también: Jesús se entrega el Domingo de Ramos, y todo el mundo empieza a ovacionar, cantando “santo”, extendiendo las palmas, extendiendo los mantos por el suelo, pero son los mismos que van a crucificar a Jesús. Es decir, Jesús quiere sacarnos de ese egoísmo y quiere quitar la maldad y el pecado. Porque Jesús vino para vencer todo eso.
Por Jesús, Dios nos ofreció la posibilidad de una vida nueva.
Presten atención, mis hermanos y mis hermanas: Jesús vino para darnos la posibilidad de una vida nueva. Cuando todavía estamos en el pecado, no podemos vivir esta vida nueva. Pero, una vez que Jesús muere por causa de nuestros pecados, Él puede darles vida nueva.
El Evangelio que leemos relata la Pasión y Muerte de Jesús.
Es en este momento culminante de esta vida entregada de Jesús que se concreta el proyecto salvador.
Presten atención a la humillación de ayer. El mundo no quiere que el objetivo de Jesús sea alcanzado. Pero Él está llevando adelante este proyecto salvador para liberar al hombre de toda esclavitud, sufrimiento y muerte.
En la cruz, Jesús ofreció su vida hasta la última gota de sangre y revela su inmenso amor incondicional por cada uno de nosotros.
Jesús nos dijo que el amor hasta el extremo genera la vida nueva y genera la vida eterna. Solo Jesús podía hacer eso por nosotros, porque Él es Dios, porque Él es Señor.
Y que esta vida nueva llegue a sus corazones.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!