24 Oct 2022

Deja el Señor ordenar tu corazón

“Jesús, al verla, la llamó y le dijo: «Mujer, estás curada de tu enfermedad», y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios” (Lucas 13,12-13).

Mis hermanos, el Evangelio de hoy presenta una mujer que era excluida. Primero por ser mujer ya no era mirada tan bien y después ella era una mujer inclinada, ella sufría por un espíritu maligno que la dejaba inclinada. Entonces, era una mujer soltera, ella no podía tener alguien porque la miraban ella como alguien maldito.

Cuando nosotros tenemos un tortícolis, cuando tenemos alguna realidad que sufrimos por algunos días, semanas o hasta un mes, ya no nos gusta, ¿no lo es? Imagina sufrir por dieciocho años de estar allí inclinada, incapaz de enderezar, dijo la Palabra, dijo el evangelio.

Mis hermanos, Nuestro Señor liberto aquella mujer, Él tuvo compasión de aquella mujer y liberto de aquel espíritu. Jesús dijo a ella: “Mujer, esta libre de tu enfermedad”. El Señor puso las manos sobre la mujer y ella quedo segura. Jesús liberto aquella mujer con Su palabra, Él firmo aquella mujer con Sus gestos.

Hoy, necesitamos también libertar mucha gente con nuestras palabras, decir buenas palabras, anunciar buenas palabras para que las personas se firmen.

Quiero pedir a Nuestro Señor que él también te ordene, que Él te levante de los problemas que tu vives

Cuantas personas traen traumas de padres, de abuelos, de personas adultas, porque cuando eran niños palabras malas fueron proferidas y lo que marcó la persona, y ella queda cabizbajo, inclinada porque asumió aquella palabra de maldición.

Aquella mujer era inclinada, pero alguien pronuncio una palabra de bendición para ella — Nuestro Señor Jesucristo: “Mujer, estás curada de tu enfermedad”, y ella se inclino. Jesús pronuncio y se involucro; Él impuso las manos.

Poner, imponer las manos, significa también relacionamiento, significa afecto. Mis hermanos, el afecto y la compañia también curan. Nuestro Señor curo aquella mujer con las palabras y con gestos, y ella quedo segura.

Quiero pedir a Nuestro Señor que él también te organice, que Él te levante de los problemas que tu vives, de las tristezas que tu vives. Para de mirar para bajo, para de mirar solo para las cosas malas y negativas, levanta la cabeza. ¡Tu eres un hijo de Dios, tu eres una hija de Dios!

Esta palabra ya es bendición para ti. Tu no eres hijo del “diablo”, tu eres un hijo de Dios, una hija de Dios. Aquella mujer se inclinó, ella quedo libre. Por supuesto que los opositores allí encontraran mal, porque era día de sábado. La mujer era inclinada en su físico, pero los opositores, aquellos fariseos, maestros de la ley, eran inclinados en el alma; no fueron capaces de tener misericordia.

Que mi corazón, que tu corazón también sea ordenado para que actúe con misericordia. Que el Señor nos cure de nuestros encorvamientos, de nuestros cerramientos. Que el Señor organice a mí y a ti para que tengamos más compasión con nuestro prójimo.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!


Padre Márcio Prado

Sacerdote da Comunidade Canção Nova.

Pai das Misericórdias

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