“Jesús se estremeció y manifestó claramente: Les aseguro que uno de ustedes me entregará: Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería” (Jn 13,21-22)”.
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Jesús es Aquel que nos conoce profundamente. Es engaño pensar que podemos ocultar algo de Él. De las otras personas podemos sí ocultar, pero de Dios no; de Él no ocultamos nada.
El Señor conoce el más intimo de nosotros. Va decir el Salmo que Él nos observa profundamente. Y es justamente por Él saber todo de nosotros, nos conoce en profundidad, que Él no desiste de nosotros mismo.
Aún sabiendo de nuestros pecados, de nuestras maldades, de nuestras malas intenciones, de nuestras inclinaciones para el mal – que se ocultan en nuestro interior — , Él no desiste de ofrecernos la salvación. Y el Señor que quiere salvarnos, denuncia nuestras faltas: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.
A veces, la acción de Dios para salvarnos va ser justamente la acción de denunciar nuestro error. No en el ideal de exponer, no es eso, pues Dios no expone nadie, no es esta intención, pero en el ideal de sernos despertados, de tomar conciencia de que estamos en el mal camino.
Vuelve para el Señor, reconsidere su caminar y vuelve de todo el corazón para Él
La ganancia, los malos deseos en poseer, de tener poder nos pone lentamente en caminos de los cuales nosotros necesitamos despertar, necesitamos volver. Y Jesús es el siervo de Dios profetizado por el profeta Isaias, que tiene esta palabra mejorada como una espada que esta afilada, como una flecha, capaz de entrar en los corazones más endurecidos, revelando nuestras incoherencias, nuestras faltas y nuestras traiciones.
Los discípulos, al escuchar de Jesús: “Uno de ustedes me entregara”, quedaran perturbados, además, aún perturbados, Judas no fue capaz de reconsiderar su traición, aún con todas las embestidas de amor de Jesús. Porque nuestro Dios es un Dios que quiere, a todo el costo, salvarnos.
Aún con todo ese llamamiento al corazón de Judas, con esta invitación que él se recuerda de todo que había vivido con Jesús a tu lado, para que él pueda reconsiderar tu actitud. Judas se cerró en sí mismo, se desvió, algo endureció su corazón, su interior, oscureció su mente, y así él no fue capaz de cambiar su decisión de entregar, de vender Jesús por algunas monedas.
Nosotros también, constantemente, traicionamos el Señor. Con nuestro pecado, nosotros entregamos a Él, nosotros vendemos a Él por menos bienes. Sin embargo, el Señor sigue a hacer su llamamiento de salvación. Y también a nosotros que Él sigue a embestir Su amor, Su corazón arde deseando que nosotros volvamos para Él, que tomamos conciencia de nuestra falta, que nosotros tomemos conciencia del camino equivocado que nosotros predicamos y con eso nosotros reconsideremos y volvamos.
Por eso, mis hermanos, ese tiempo, esta semana, es tiempo de tomarnos consciencia de los caminos equivocados que nosotros cogemos. Vuelve para el Señor, reconsidere su caminar y vuelve de todo el corazón para Él.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
