“En eso llegó un oficial de la sinagoga, llamado Jairo, y al ver a Jesús, se postró a sus pies suplicándole: Mi hija está agonizando; ven e impón tus manos sobre ella para que se mejore y siga viviendo. Jesús se fue con Jairo; estaban en medio de un gran gentío, que lo oprimía” (Marcos 5,22-24).

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Miren, mis hermanos y mis hermanas, existen muchas formas de llegar hasta Jesús; puede ser incluso por la curiosidad — “Voy ver como es” —, puede ser por medio de un amigo, de un familiar o incluso por medio de un experiencia de amor. En un encuentro de oración que nosotros hacemos, podemos experimentar la proximidad y llegar hasta Jesús.

Es bueno recordar que esta aproximación puede ser también por medio de la experiencia dura del sufrimiento. Cuantas personas reencuentran Dios, cuantas personas reencuentran el camino del Señor, después una experiencia de sufrimiento y de dolor. Son muchas personas que pasan por un momento de tribulación y, allí, en el medio de aquel dolor, de aquel abandono, experimentan el cuidado de Dios, experimentan una mano poderosa protegiendo, defendiendolas y se vuelven para Dios.

Los caminos del Señor y la forma de Dios llegar al corazón humano son infinitas, no podemos conocerlas. En la situación de hoy, es un padre que pide por la hija enferma. ¡Várias veces, he visto eso! Cuantos padres y cuantas madres han venido pedir por sus hijos. Een el camino, viniendo para grabar la Homilía, he encontrado una madre que pedía por la hija en depresión, presa ya hace días dentro de una habitación, cerrada dentro de una habitación sufriendo.

Son varias personas que pasan por un momento de tribulación y, en el medio de aquel abandono, experimentan el cuidado de Dios

Ese padre ha visto el sufrimiento de su hija; padres y madres desesperados que van buscar alivio para el sufrimiento de un hijo o de una hija. ¡Eso es real, eso ocurre! Él era Jairo, un jefe de la sinagoga. Mira que interesante, las contradicciones de la vida, los sufrimientos no ahorran los hombres y las mujeres de Dios. Jairo era un hombre de Dios, podríamos decir con los términos de hoy, que era un hombre de la iglesia, era una persona que creia y que vivía su fe.

Nuestra vida con Dios no nos blinda de pasar por situaciones de enfermedad, por enfrentar algún problema en nuestra familia, la enfermedad de nuestro pariente. Eso sirve para nosotros, porque podemos en estes momentos preguntarnos — “Pero yo que rezo tanto, que soy de Dios, que busco tanto a Dios, ¿cómo que eso fue ocurrir conmigo?”. ¡Es un misterio!

La respuesta de Jesús no es solo hacer el milagro, curar aquella niña, pero Jesús va encontrar aquella niña, porque ella necesitaba ver Jesús.

Para cualquier enfermedad, Jesús es el remedio que no puede ser buscado; JEsús necesita ser buscado y Él no puede ser la ultima opción —- cuando todo ya no tiene forma, cuando ya fui a los médicos, cuando ya hice lo que podía, ahora yo voy para Jesús. ¡No! Jesús necessita ser la primeira opción. Porque, en Jesús, aún que la cura no venga, nosotros encontraremos fuerza para enfrentar aquella situación.

El padre necesitaba estar con Jesús, el padre necesitaba experimentar el cuidado de Jesús, la atención de Jesús, saber que tenía Jesús con él. Cuando Jesús llega en aquella casa, queda a solo con la familia, porque ellos también necesitaban estar con Jesús.

Entonces, más importante que tocar en el milagro y en la cura, era experimentar la presencia de Jesús. Pide a Él que entre hoy en tu vida y en tu historia. Y que, en lo que estás viviendo, Él está con ustedes, agarrando la mano de ustedes, siguiendo esta situación, viviendo el dolor y el sufrimiento que ustedes están pasando, pero sientan la presencia y el consuelo de Jesús.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!