“Entró el ángel donde ella estaba y le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1,26-38).

Reina de los ángeles

Hermanos y hermanas, hoy celebramos la solemnidad de la Anunciación del Señor. Entonces, en este día, que nuestro corazón sea conducido por estas experiencias, la experiencia de Nuestra Señora, que es parte de nuestra espiritualidad también, la devoción, pero también la escucha a los ángeles, la doctrina de los ángeles. Tengamos, entonces, el coraje de también recurrir a estos amigos que caminan con nosotros. Tenemos nuestro ángel de la guarda, pero también debemos recordar a los arcángeles, sobre todo la presencia de San Gabriel. No nos olvidemos tampoco de San Miguel y San Rafael.

San Gabriel, por excelencia, es el anunciador, el ángel de la Palabra de Dios. Pidámosle ayuda todas las veces que entremos en contacto con la Sagrada Escritura, por ejemplo; en este momento en que escuchamos esta homilía, pues es de la Palabra de Dios que estamos hablando. San Gabriel también nos enseña a acoger los misterios que la Palabra de Dios tiene, constantemente, para revelarnos.

Y en esta experiencia de hoy, de la solemnidad de la Anunciación del Señor, vemos un término interesante con el que San Gabriel se dirige a la Virgen: llena de gracia. “Alégrate, llena de gracia”, o también en algunas traducciones, “agraciada”. Dios la hizo así, Dios quiso a María de esa forma, llena de su presencia, plena de su presencia, plena de gracia. Y esa, que está llena de gracia, recibe la anunciación del Hijo de Dios que vendrá a este mundo y habitará el vientre de María. Dios pone las manos en el vientre de María y, allí, es generado Su Hijo.

Esa experiencia que dije de las manos nos hace recordar el libro del Génesis cuando el ser humano es moldeado del barro. El capítulo segundo es moldeado. También nosotros, constantemente, podemos ser moldeados por Dios; y después de ser moldeados por las manos del Señor, Él sopla, y Su soplo tiene vida, que nos hace seres vivientes.

Tal vez, hasta aquí, hayas caminado como alguien sin vida, como alguien sin el soplo de vida, como alguien que camina sin la presencia del Espíritu Santo. Entonces, que en esta solemnidad de la Anunciación del Señor, también nosotros tengamos esta gracia de ser moldeados según el corazón de Dios, moldeados según aquello que Él pensó para nosotros desde toda la existencia. Desde cuando Él nos pensó, Él nos pensó con un proyecto original.

Que caminemos con la intercesión de Nuestra Señora y de los santos ángeles, según el proyecto original de Dios para nuestra vida.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!