29 Dec 2021

Abre tu corazón a la gracia del Espíritu Santo

“Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel” (Lc 2, 29-32).

Dentro de la Octava de Navidad, contemplamos Jesús siendo presentado en el Templo. Hoy, queremos volvernos para un personaje importante en este Templo: movido por el espíritu santos, Simeón estaba allí esperando la Consolación de Israel.

La Palabra de Dios dijo que Simeón era un hombre justo y compasivo. Todo hombre justo, compasivo y temente a Dios es guiado por Su gracia y espera la consolación que viene de Él. Tu vas a ver, a lo largo de la historia de Jesús, lo que los evangelistas nos narran: hay personas religiosas, pero no temen a Dios, ni justas, ni obedientes a Él. Son las personas religiosas del tiempo de Jesús que van oponerse a Él.

Solo contemplamos la presencia de Dios en nuestro medio cuando somos movidos por Su Espíritu

Es necesario que nuestra religión sea movida por el sentimiento de la justicia y de la piedad. La piedad es, en realidad, la virtud evangélica que nos pone en la sintonía con Dios, es solo una alma humilde y devota, que se pone la luz del espíritu Santo, que es capaz de entrar en los nos designios de Dios. Es de esta forma que nosotros contemplamos, hoy, Simeón, este personaje tan importante. Porque, cuando Jesús vino, no fueron todos o una gran parte que no reconoció a Él. ¿Y por que Simón reconoció Jesús? Porque él era movido por el Espíritu de Dios.

No era un espíritu humano, no eran pretensiones humana que movían el corazón de Simeón, pero era el Espíritu del Señor que estaba con él. Ese mismo Espíritu consoló que él no moriría sin tener en los brazos el Divino Salvador; y cuando él recibió Jesús, él exulta de alegría, su corazón es tomado por una paz y dice: “Ahora, puedo descansar en paz, porque mis ojos han visto, porque mis ojos contemplaran, porque mis manos tocaran en Jesús, el enviado de Dios”.

Simeón es aquel que profetiza que Jesús va ser causa de caída y de seguimiento en Israel, y que una espada de dolor va traspasar el corazón de María. Simeón y profeta, hombre del Espíritu, profetiza la gracia mismo en medio del dolor. Porque, muchas veces, la profecía de Dios nos pone delante de la realidad; muchos van aceptar Jesús y muchos no van aceptar a él, pero es necesario acoger la misión que Él viene realizar.

Que Dios haga de nosotros hombre y mujeres justos y compasivos, tementes a Dios, llenos del Espíritu Santo. Solo contemplamos Jesús, solo contemplamos la presencia de Dios en nuestro medio cuando somos movidos por el Espíritu de Dios. Que al ejemplo de Simeón, podamos estar biertos a la gracia del espíritu.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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