21 Mar 2020

La oración humilde agrada el corazón de Dios

“En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!” (Lc 18, 13).

Hoy, estamos nos deparando con dos realidades humanas que están presentes en cada uno de nosotros. Una hora somos publicano, otra hora somos fariseo; y otra tenemos la profunda humildad, un poco de humildad, y otra no tenemos ninguna humildad. Otra somos llevados por el orgullo, por la soberbia y por la arrogancia.

Mientras la humildad esta dentro de nosotros, la gracia de Dios permanece. Sin embargo, mientras nos convertimos religiosos o personas no religiosas, pero arrogantes de la misma forma, vamos nos alejando de Dios y de Su gracia en nosotros.

Incluso en la oración se manifiesta nuestra arrogancia humana, nuestra soberbia y nuestro orgullo. El fariseo era muy religioso y rezaba mucho, pero rezaba de una forma petulante, poniéndose en la dimensión de superioridad, rezaba sintiéndose mejor que el publicano y comparando a los demás.

La oración que llega a los oídos de Dios es la del pobre humillado, del alma que reconoce su debilidad

Quedo preocupado, porque, muchas veces, rezamos con nuestra coronilla en la mano, con la Biblia en nuestros brazos; quedamos, muchas horas, delante de la presencia de Jesús, mirando para otras personas y decimos: “Ellos no adoran, no rezan la coronilla, no hacen ayuno”. ¡Que oración más farisaica, más humana y mundana!

La oración que llega a los oídos de Dios es la del pobre humillado, del alma que reconoce su debilidad y pecado. La oración que llega al corazón de Dios es la de aquel que reconoce sus miserias, a cada día, y en ellas sumergí, se va purificando, lavándose y humillándose en la presencia de Dios.

La oración que llega a los oídos y al corazón del Señor no es la de aquel que levanta la cabeza para decir: “Yo soy”, pero es de aquel que baja la cabeza para decir: “Dios es y solamente Él es”.

La oración que llega a los oídos de Dios es la oración del pobre pecador, publicado, cobrador de impuestos que ni se atreve a llegar cerca de Dios, porque reconoce su miseria. Él, sin embargo, se humilla, y aún que sea lejos, hable: “Soy miserable. Soy pecador. Ten compasión de mí, Señor”. La oración que agrada el Señor es la oración que llega a Sus oídos.

Que Dios nos de la gracia de purificarnos, en la oración y por la oración, la oración arrogante que toma cuenta de nuestro ser. Que Él nos de la gracia de libertarnos de toda forma de prepotencia, soberbia y orgullo que toman cuenta de nuestras relaciones incluso dentro de la Iglesia, porque, incluso allá, nuestra prepotencia humana quiere ponerse por encima de los demás, pero Dios es aquel que acoge y esta con él abajo de los demás.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

Pedido de Oración

Enviar
  • Aplicativo Liturgia Diária

    Com o aplicativo Liturgia Diária – Canção Nova, você confere as leituras bíblicas diárias e uma reflexão do Evangelho em texto e áudio. E mais: você ainda pode agendar um horário para estudar a palavra por meio do aplicativo.