“La gente que vivía en la oscuridad ha visto una luz muy grande; una luz ha brillado para los que viven en lugares de sombras de muerte” (Mt 4, 16).

Este pueblo soy yo y tú, es el pueblo de Dios. Son muchas personas, son muchos corazones que Dios deseo que Su luz brillase sobre ellos. Nosotros estábamos inmersos en las tinieblas, esta es la expresión: “inmersos en las tinieblas”. La traducción de “inmersión” quiere decir: sentados. Cuando el corazón del ser humanos se sienta en las tinieblas, se acomoda a un estilo de vida, la forma es arreglarse a las posturas y elecciones. Cuando hago de las tinieblas mi casa, me siento, me acomodo, cuando gasto mi tiempo con cosas mundanas, con el pecado, con algo que no me construye ni como hijo de Dios ni como persona, es en ese momento, que yo y tu necesitamos de la luz de Cristo, necesitamos que brille sobre nosotros la luz de Cristo.

Cuando la luz de Dios brilla sobre nosotros, conseguimos identificar las tinieblas de nuestro corazón

Tu puedes identificar en tu vida, hoy, donde es que tu estas paralizado, sentado, cuales son estas tinieblas de tu vida que, hoy, necesitan de la luz de Cristo.

Este pueblo que soy yo, que eres tu, que habla la Palabra, ese pueblo vio una gran luz, la luz que es Cristo, la luz que es el Señor en Su obra redentora de toda la humanidad, la luz que hace las cosas ser lo que es. Cuando tu iluminas un ambiente, tu consigues ver cada cosa en su identidad, tu consigues identificar cada cosa. Sabemos que la luz fue el primero acto del Creador: “¡Hágase luz!” (Génesis 1,3), porque Dios sabe que: cuando la luz de Él brilla sobre nosotros, conseguimos identificar las tinieblas de nuestro corazón y conseguimos ver donde estamos y para donde debemos caminar.

Que la luz de Cristo, al brillar en nuestra vida en este tiempo favorable de la Iglesia, pueda recordarnos quien nosotros somos, pueda recordarnos donde nosotros estamos, porque, talvez, identificamos dentro de nosotros muchas situaciones de tinieblas, pero esta luz también nos recuerda de nuestra filiación, nosotros tenemos un Padre amoroso que quiere con que cada uno de sus hijos conozca la verdad, viva en la verdad y se establezca definitivamente en Su corazón la vida eterna.

Somos este pueblo para el cual brillo esta luz, para quien la luz de Cristo apareció y disipo definitivamente todas las tinieblas de nuestro corazón.

Sobre todo vos, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y espíritu Santo. ¡Amén!