“Entonces él les dijo: «¡Qué poco entienden ustedes y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas. Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día.» Entró, pues, para quedarse con ellos. Y mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció.” (Lc 24, 25-31).
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La santa Misa es el lugar, por excelencia, donde nosotros podemos reconocer y encontrarnos con Él por medio de la Santa Misa, que es un memorial de Su muerte y resurrección.
Así como los discípulos pidieran: “¡Señor, queda con nosotros, pues es tarde y la noche viene llegando!”, podemos, sin dudas comprender que ese pedido fue atendido, una vez que el Señor también nos habla que Él quedaría con nosotros hasta el fin de los tiempos.
La Santa Misa es el lugar donde nuestros ojos se abren y podemos tener así la seguridad: Jesús esta con nosotros
Jesús, mis hermanos, esta presente en Su Palabra y en la Eucaristia, es Él quien nos explica las Escrituras y parte el Pan para nosotros. Y así nosotros reconocemos que el Señor esta siempre con nosotros en cada celebración de la Santa Misa.
Los discípulos de Emaús, al escuchar la Palabra siendo explicada, sintieron su corazón arder y, al partir del Pan, sus ojos se abrieron y ellos reconocieran el Señor.
La Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristia, que están profundamente conectadas y constituyen para nosotros el único acto de encuentro con Jesús, encontramos en la Santa Misa, lugar donde podemos encontrar el Señor, es el lugar por excelencia donde podemos reconocer que Jesucristo está vivo y resucitado.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!