“Mientras tanto Jesús dormía en la popa sobre un cojín. Lo despertaron diciendo: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? El entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: Cállate, cálmate. El viento se apaciguó y siguió una gran calma” (Mc 4, 38-39).
El grito de los discípulos de Jesús, parece nuestro grito en medio a las tempestades de la vida. Muchas veces, quedamos involucrados en muchas situaciones sofocantes y problemáticas en la vida y paree que Dios no se importa con nosotros.
Necesito decir el contrario, no hay nadie que se importa más con nosotros que Dios, somos nosotros que solo nos importamos con Dios cuando las cosas están sofocando. No tendríamos seguido por aquella dirección de la vida si tuviéramos escuchado el Señor, si tuviésemos dado atención al Señor, si tuviésemos dado luz y dirección a la sabiduría de Dios.
¡Aún en las tempestades, que los vientos sean fuertes, mismo que las olas del mar se tiren sobre el barco de nuestra vida, tu puedes tener seguridad que el Señor no nos abandona! Aún que nuestro grito sea un grito de desespero: “Maestro, se importe con nosotros”, “Maestro, mire para nosotros”, “Maestro, estamos pereciendo”, es necesario solo que escuchemos la voz de Él que esta gritando para las cosas que están nos atormentando: “¡Silencio! ¡Cállate!”.
Necesitamos escuchar la voz del Maestro para que calme mucha agitaciones y tensiones que se acumula dentro de nosotros
Es necesario decir a los ruidos del alma y del corazón: “¡Silencio! Cállate”; porque lo que convierte nuestra vida aturdidora y tan atormentada son todos estos ruidos que gritan, que se agitan y se fomentan dentro de nosotros, son todos los devaneos que creamos, que alimentamos y dejamos crecer dentro de nosotros.
Es necesario que la voz del Maestro, aquella voz poderosa, actúe en la naturaleza, especialmente, en esta naturaleza humana que somos yo y tu. Permitamos que la voz del Maestro calme lo que esta agitado dentro de nosotros.
Necesitamos escuchar la voz del Maestro para que calme tanta agitaciones y tensiones que se acumula dentro de nosotros. Es necesario escuchar la voz del Maestro para que toda la ansiedad que causa mucha contrariedad en nosotros, póngase en tu lugar.
Que no seamos movidos por el desespero, y si por la fe y en la confianza en el Maestro Jesús, que cuida de nosotros en medio a toda y cualquier agitación. ¡Pongámonos en Él nuestra confianza porque es Él quien cuida de nosotros!
¡Dios te bendiga!
