“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere” (Jn 2, 1-5).

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Amados hermanos y hermanas, en esta solemnidad de Nuestra Señora Aparecida, Reina y Patrona de Brasil, la tenemos como ejemplo de humildad, de obediencia y de servicio. Ella, que es la mujer de la palabra, que encarnó en su seno la palabra, es quien da esta orden: “Haced todo lo que Él os diga”.

¿Pero por qué dice eso? Porque Nuestra Señora sabía y se le estaba revelando poco a poco la identidad de su Hijo, Jesús.

¡Vocación probada y aprobada!

Jesús realiza su primer milagro por intercesión de Nuestra Señora. ¡Vean la importancia para nuestra fe! Nuestra Señora intercede, y el Hijo obedece. Pero no obedece en un sentido peyorativo, pues Él es Dios, pero también es Hijo.

Y siempre decimos: “Pídele a la Madre, y el Hijo obedece”.

Por eso, hermanos míos, para que podamos, en la fe, realizar todo aquello que Jesús nos pida, necesitamos mirar la vida de Nuestra Señora. Para cumplir, de hecho, la voluntad de Dios, necesitamos ser fieles a nuestra vocación. María fue fiel a su vocación de ser Madre del Hijo de Dios.

Dios le dio total autoridad para educar al Hijo, porque ella dijo su ‘sí’. Eso es tan hermoso en Nuestra Señora, porque su vocación, siendo probada, siendo pulida, siendo colocada ante tantos desafíos, la hizo fiel al llamado de Dios. Y a ejemplo de ella, nosotros también tenemos que vivir eso.

Por eso pensemos en su intercesión, para que, en todas las realidades difíciles de nuestra vida, de nuestra existencia, podamos también pedir a nuestro Señor la intercesión de su Madre. Y ella también podrá decir una vez más: “Haced todo lo que Él os diga”. ¡Cuántas realidades en nuestra vida necesitan de esta orden de Nuestra Señora, para que todo se realice!

Nuestra Señora siempre caminará con nosotros, para que juntos vayamos hacia la voluntad de Dios. Por eso, pedimos: Nuestra Señora, ayúdanos a seguir perseverantes y fieles a nuestra vocación.

¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo! ¡Por siempre sea alabado!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!