13 Aug 2020

Vivamos la dimensión profunda del perdón

“Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: No te digo siete, sino setenta y siete veces” (Mt 18, 21 – 22).

Cuando escuchamos la exhortación de Jesús sobre el perdón, tal vez la cabeza pare en la aritmética, en la cuenta matemática que es hecha: “70×7”. Aquí es un engaño, es importante detenerse al perdón, que necesita ser perenne y siempre en nuestra vida. No es merito, si el hermano merece o no mi perdón. Aquí es una cuestión que yo merezco tener salud. Merezco tener salud. Merezco tener una mente buena y renovada.

Lo que las personas más necesitan y piden para nosotros, generalmente, es para rezar por la salud. Insisto en decir que la salud comienza en la cabeza, comienza dentro de nosotros, la salud es, por encima de todo, mental y emocional. Nadie tiene salud plena en la mente y en el corazón, si no vive la dimensión del perdón.

Jesús, en realidad, esta dando una receta de cura, porque las personas quieren la cura, pero no quieren tomar el remedio. El remedio para nuestra cura esta aquí. Para tener una mente equilibrada, libre de los tormentos, de las fantasías y de las ilusiones es necesario vivir la dimensión del perdón.

Aquella historia de vivir rumiando dentro de mí lo que el otro dijo y como él acto, lo que es un verdadero tormento mental. Tal vez, yo no sea capaz de ir allá y hacer lo que te gustaría como él, pero la mente va trabajando y deseando, y es duro eso.

El perdón tiene que ser siempre. No es que yo tenga que decir todas las veces: “Hermano, te perdono”. Ese perdón tiene que ocurrir dentro de nosotros. Lidiar con el otro, lo que evoca en mí resentimiento, tristeza y odio, es la señalización de que no viví la dimensión del perdón.

Para tener una mente equilibrada, libre de los tormentos, de las fantasías y de las ilusiones es necesario vivir la dimensión del perdón

“Padre, no es fácil perdonar. Yo incluso quiero, pero no consigo”. Incluso creo que solos no conseguimos, pero si creemos que para Dios nada es imposible, nada es imposible, entonces, no es imposible perdonar, necesitamos querer y rezar.

La oración sola también no hace, si del fondo de nuestro corazón, no es lo que queremos. Yo hablo así: “Yo perdono”, pero en el fondo deseo el mal para la persona. Yo no perdono, yo he alimentado un deseo, pero no he trabajado para que eso fuera efectivo dentro de mí.

Sufrimos muchos males, enfermedades y pasamos por muchas debilidades en la vida, porque no trabajamos dentro de nuestro interior, la dimensión profunda del perdón. Perdonamos cuando queremos, a quien queremos de la forma que queremos, pero la cabeza y el corazón no entienden así. La cabeza va guardando, fantaseando, alimentando y debilitando nuestras fuerzas interiores, porque no sumergimos en el perdón que cura y renueva.

Si queremos ser sanados, la receta del Maestro es esa: perdonar setenta veces siete.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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